La crisis climática provocada por la sobreexplotación de recursos por parte de industrias que responden a un sistema económico, amenaza los ecosistemas y la biodiversidad, pero también a las personas que defienden los territorios y recursos naturales, tal como lo revela la organización internacional Global Witness.
De acuerdo con el informe Última Línea de Defensa, se registró 227 asesinatos de personas defensoras de la tierra y el medio ambiente, tan solo en 2020. Fue el año más peligroso para las personas que defienden los ecosistemas, pese al contexto de emergencia sanitaria por COVID-19.
Las violencias a las que se enfrentan las personas defensoras son las detenciones, campañas de difamación, amenazas, violencia sexual, criminalización e impunidad.
Según datos del informe los principales países que registraron mayores asesinatos fueron:
- Colombia – 65
- México – 30
- Filipinas – 29
- Brasil – 20
- Honduras – 17
La tierra es un factor clave en los ataques. Más de un tercio de los ataques se relacionaron a la explotación de los recursos, represas hidroeléctricas y otras infraestructuras. Según Global Witness existe la probabilidad de que las cifras sean mayores, ya que las razones de los ataques no se investigan o no se reportan. El sector forestal fue el que tuvo más asesinatos (23 casos), le siguió el sector del agua y represas (19), y minería e industria extractiva (17).
América Latina se ha visto impactada de una forma desigual, tanto por la crisis climática como por los efectos de la violencia. De los 10 países con mayor cantidad de ataques registrados, siete son latinoamericanos.
Además, tres de cada cuatro ataques registrados tuvieron lugar en las Américas. Casi tres cuartas partes de los ataques registrados en Brasil y Perú sucedieron en la región amazónica.
La pandemia de la COVID-19 agravó la situación […] Las cuarentenas oficiales llevaron a que las y los defensores reciban ataques en sus hogares y al recorte de las medidas de protección del gobierno”, detalla el informe respecto a Colombia.
Colombia lidera la lista con 65 personas asesinadas en 2020. Un tercio de estos ataques fueron perpetrados contra personas indígenas y afrodescendientes, y casi la mitad fueron contra personas dedicadas a la agricultura a pequeña escala, así lo detalla el informe.
Los pueblos indígenas continuaron como las principales víctimas de los ataques, más de un tercio estuvieron dirigidos a integrantes de pueblos indígenas y fueron documentados en América Central y América del Sur.
En México, en 2020, los ataques letales aumentaron 67% respecto al año anterior. La explotación forestal estuvo vinculada a un tercio de estos ataques; la mitad de ellos fueron contra comunidades indígenas.
Mujeres defensoras
Las mujeres también son víctimas de estos ataques, aunque en menor escala con respecto a los hombres. Sin embargo, según detalla Global Witness, una de cada 10 personas defensoras que fueron asesinadas en 2020, eran mujeres. No obstante, se enfrentan a una doble dimensión.
“La lucha pública para proteger su tierra, agua y nuestro planeta, y la lucha, a menudo invisible, para defender su derecho a manifestarse dentro de sus comunidades y familias”, afirma Global Witness.
Los responsables
Las empresas e instituciones financieras son las responsables de los desechos tóxicos, la contaminación del aire y la deforestación masiva que destruyen al planeta y dañan a las comunidades de todo el mundo, señala el informe. Las compañías actúan bajo el convenio de gobiernos negligentes que responden a intereses económicos, sobre las comunidades o personas afectadas.
Además persiste la impunidad por lo que los delitos de las violencias y violaciones a derechos humanos suelen quedar en el olvido, porque no se hacen las investigaciones pertinentes, lo que impacta en no poder generar datos específicos.
Global Witness, entre algunas recomendaciones, señaló que para realizar acciones climáticas se requiere proteger a las personas defensoras de la vida y los territorios y viceversa.
Sin cambios relevantes, es probable que esta situación solo se agrave: a medida que se acaparen más tierras y se talen más bosques en aras de las ganancias a corto plazo, tanto la crisis climática como los ataques contra las personas defensoras seguirán empeorando”.
Consideró que las personas defensoras son la última línea de defensa contra el colapso climático.