¿Cuáles fueron los dinosaurios mexicanos?
En plena Revolución Mexicana, con el país bajo metralla y sangre, Erich Harman recorría el desierto de Coahuila buscando, entre rocas, lajas y guijarros, restos de un pasado aún más feroz que el revolucionario; fue en 1913 que encontró los restos de un dinosaurio en el municipio de Sierra Mojada.
Harman no era cualquier aventurero, era profesor de Geología de la Universidad Humboldt de Berlin, resultó ser padrino del primer dinosaurio mexicano.
Los restos fueron estudiados en alemania y en 1926, Verner Janesh-En, posiblemente el paleontólogo alemán más destacado de la primera mitad del Siglo XX, lo identificó como un centrosaurio, pariente del más conocido triceratops, pero de un sólo cuerno.
Ocultos hasta entonces, poco a poco fueron dejando su timidez de lado con la ayuda de paleontólogos mexicanos.
Hadrosaurios en Michoacán; titanosaurios en Chihuahua; tiranosaurios en Sonora; Ankilosauridos en Coahuila, y Therópodos en Chiapas.
Los más antiguos hasta ahora son de mediados del Jurásico en el Cañón del Huazichal en Tamaulipas, de 160 millones de años.
Huellas de tiranosaurios y raptores michoacanos de hace 65 millones de años que indican que tierra caliente ha sido aguerrida al menos desde el Cretácico.
Puebla y sus famosas pisadas de iguanodontes que deambulaban por lo que ahora es san juan raya hace 115 millones de años.
El gigantesco estado de Chihuahua y su igualmente gigantesco alamosaurus, un titanosaurio de cuello largo del cretácico tardío de más de 22 metros de largo.
Estos datos indican que la preservación de la diversidad de nuestro país debe abarcar no únicamente la flora y fauna actuales, sino la que yace bajo toneladas de historia y rocas a lo largo del territorio nacional.