Reportajes especiales

“Fui sometido a terapias de conversión a los 16 años y no lo sabía”: Antonio

Antonio tenía 16 años cuando sus padres, practicantes religiosos, decidieron llevarlo a terapias de conversión porque no aceptaron que su hijo era homosexual. En una plática con Once Noticias, Antonio, quien prefirió omitir sus apellidos, contó que cuando sus padres le dijeron que iría a terapia, pensó que sería una psicológica, sin embargo, cuando comenzó a tomarlas se dio cuenta paulatinamente que no fue así. Hoy en día en Ciudad de México, Baja California Sur y Yucatán las llamadas “terapias de conversión” están prohibidas. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) son un acto de tortura.  

¿Hoy a tus 26 años qué nos puedes contar de lo que viviste hace 10 años?

Yo a los 16 años tuve una experiencia, donde mi familia supo que era homosexual. Mi familia es muy religiosa y me hizo sentir fatal, y una de las soluciones fue que yo asistiera a terapia. Yo había entendido que era terapia psicológica, y pensaba que era un problema a resolver. Al momento con una persona, que era de la iglesia, yo no tenía experiencia de lo que era una terapia psicológica. En las terapias me hablaban de autocontrol, disciplina, del poder de Dios en mi vida, intentaba o lo trataba como si fuera una adicción, algo como todo este programa que usan para los Alcohólicos Anónimos, justamente ese mismo procedimiento era el que estaba haciendo a mis 16 años para curar mi homosexualidad. Para mí fue una condicionante porque yo estaba asistiendo a una escuela religiosa, entonces tomaba las terapias o era expulsado. En un momento sí pensé que tenía que tomarlas porque estaba dispuesto a decir es algo que tengo que cambiar y me va a hacer mejor. Asistiendo a las terapias y escuchando a esta persona dije no, hasta él mismo dudaba si me serviría o no, sin embargo, decidí seguir tomándolas.  

¿Por qué decidiste seguir asistiendo a esa terapia y después cómo decides dejarla?

Hubo una experiencia, un ultimátum donde dije ya no quiero estar aquí, pues la persona tenía una cubeta de agua y me cuenta una historia de que hay un señor que lleva a su hijo a pescar. El hijo le dice no estamos pescando nada. El papá le agarra la cabeza al niño y la mete en el bote con agua. Fue la única vez que pasó. Agarró mi cabeza y la metió en esa cubeta. Intenté salir pataleando, quitándole la mano e incluso patee la cubeta. Cuando se detiene, me dice que en la historia le dice ese padre a su hijo: ‘si tuvieras tantas ganas de pescar como de respirar ya hubiera terminado la pesca. Entonces me dijo, “si tuvieras ese mismo ímpetu de querer vivir y respirar para dejar de ser homosexual ya lo hubieras logrado’. Seguí tomando uno o dos meses más la terapia y a todo le decía que sí, le daba la razón, hasta que un día dijo “ya estás curado” y terminó eso. De ahí en adelante esta parte de mi vida quedó oculta y se supone que estoy curado. Definitivamente fue más que nada mentir y decirle que sí a mi familia, decía que sí estaba curado.  

¿Hasta cuándo mantuviste esa afirmación para que tu familia estuviera tranquila?

Como consecuencia no fue hasta los 25 años que me animé otra vez a poder tomar una terapia psicológica por mi decisión. Fue un miedo muy grande porque yo tenía ese trauma de mi adolescencia y con mi psicóloga me di cuenta que había tenido un impacto más grande. Creo que todo este fantasma de estar ocultando por muchos años a mi familia mi vida y mis preferencias me hace querer acercarme, tenía ya muchos conflictos conmigo mismo de autoestima y depresión. Con ayuda de unos amigos me acerco a estas terapias psicológicas que son muy diferentes a la que tuve.  

¿Sabías que lo que te hicieron es a lo que llaman un a terapia de conversión?

Sí sabía y conocía este tipo de terapias pero yo las veía más fatalistas, pensaba en que los recluyen y les daban toques, pensaba que eran eso, pero yo no relacionaba una terapia de reconversión con lo que a mí me hicieron. Mi familia es muy religiosa y esperaba de mí que siguiera esos mismos pasos. No voy a decir que fui obligado porque yo lo decidí pero tuve que servir en misiones y eso fue una experiencia muy difícil para mí, por mi homosexualidad, porque en este tipo de misiones tienes que estar conviviendo con puros hombres todo el tiempo, no solo lo ocultaba sino tenía que fingir que disfrutaba las actividades de la iglesia y todo lo que mi familia pertenecía. En un momento llegué a pensar que si me esforzaba me iba a curar de esto, eso fue como a los 20 años, y no fue sino hasta que regresé de una misión en Estados Unidos y me di cuenta que no. Mi mente dijo que no es algo que curar sino de aceptarlo, amar y valorar. Y poco a poco lo he estado haciendo y la terapia psicológica me ha ayudado a exponerlo, a aceptarme y amarme como soy, y mostrarlo a mi círculo y familia.  

¿Cómo es la relación con tu familia en la actualidad?

Con mi papá y hermanas ha sido más fácil, mi mamá ha sido más difícil porque ella tenía un hermano gay y ha sido más complicado, me ha ayudado bastante el ser transparente con ellos, dejar de ocultarlo y decirles lo que a mí me hace feliz y como soy en realidad. Me ayuda mucho recordarme de niño y traer esa misma convivencia al presente. Como personas de la comunidad nos pasa que nos olvidamos de quiénes somos, de tanto ocultar y fingir. Me ha ayudado bastante ver cómo era mi relación con mi familia y mis hermanas. Creo que ha habido un cambio, de parte de mi papá ha habido más confianza, antes era el aprensivo porque es líder religioso y siempre me decía qué hacer, hasta que le dije que ya no quería pertenecer a ese círculo religioso. Le dije yo soy así y así voy a ser feliz y espero que lo respetes, y desde ese momento esa insistencia con querer cumplir con cosas que toda la vida estuve cumpliendo, ahora ya no es un pesar para mí. Me dijo que sí le dolía escuchar que no estaba interesado en acercarme a Dios y yo le dije que ya me acerqué porque ya me acepto y me amo.  

¿Cómo cambió tu vida el hecho de ser transparente con tu familia y sobre todo aceptarte?

Creo que mi vida ha cambiado en un año muchísimo, me ha ayudado más a ver mi valor, todas estas experiencias me han ayudado a confiar en mí, a ver mi fortaleza, es muy importante cuando eres señalado por tu preferencia sexual, sobre todo creo que a veces sí sentía tristeza de decir por qué me tocó ser más señalado en mi familia. Hoy en día entiendo por qué y necesito ser más valiente y fuerte para poder tener estas experiencias de compartir con otras personas y decirles que no están solos, que hay personas que han pasado por cosas difíciles y así como ellos que los entendemos y que se pueden acercar a los espacios seguros donde pueden recibir ayuda y orientación. Es importante alzar la voz, hubo personas que en algún momento se sintieron como yo, desesperanzados.  

¿Qué consejos le das a quiénes hoy en día están en silencio, como tú lo estuviste?

Yo daría el consejo que a veces podemos encontrar la ayuda donde menos lo esperamos, no tengo muchos amigos de la comunidad LGBT+, casi no me fijo en eso sino siempre me fijo en personas que puedan brindarme algo positivo y con ese pensamiento he encontrado diversas personas de diferentes grupos. Les diría que nos abramos a ser más receptivos a las personas que nos rodean.

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