Los conciertos se han vuelto inalcanzables. Y es que conseguir una entrada a estos eventos es una proeza, ya sea por el alto costo o la rapidez con que se agotan.
En días recientes se anunció la preventa para el Festival Corona Capital, que emocionó a los fans de la música alternativa, pero el júbilo duró poco.
“Verdaderamente si es muy caro, además de que las filas en línea son muy tardadas por qué mucha gente quiere boletos y luego se hacen aún más caros”, Itzel, sondeo.
Están muy caros los boletos, deberían bajarle tantito, ¿no?, es demasiado excesivo y A mí me gusta la música y yo quiero disfrutar”, Diego Zamora, sondeo.
Las entradas se vendieron desde mil 890 pesos hasta 8 mil pesos. A eso hay que sumarle los cargos de Ticketmaster, que podían llegar a 850 pesos, más cargo de envío, otros 25 pesos.
Además, los boletos se vendieron en fases, una especie de intervalos; y una vez que se agotaba determinado número de boletos destinados a esa fase, se pasaba a la siguiente en la que las mismas entradas aumentaban 700 pesos.
Al final, por primera vez en la historia del festival los boletos se agotaron en preventa, es decir en dos días en los que sólo pudieron comprar quienes tienen tarjeta Banamex.
El mismo abuso sufrieron los fans de Bad Bunny, ya que los boletos para su presentación en el Estadio Azteca, se vendieron hasta en 8 mil pesos, más cargos. Para Dua Lipa, en el Foro Sol, los precios llegaron a los 4 mil pesos, más cargos.
Usuarios de redes sociales reclaman que el monopolio en la industria del entretenimiento por parte de Ticketmaster y Superboletos favorece a la reventa, en la que las entradas sobrepasan los 10 mil y hasta 20 mil pesos.
Hasta ahora no hay una ley que regule el precio de las entradas a los conciertos ni la dinámica en la estos se venden.