En 2013 nació Suri, una niña sana, llena de energía y muy sociable, fue producto del amor de sus mamás: Mari Eli y Haydee. El procedimiento fue inseminación artificial. Son una familia completa y feliz.
Pero llegar a ello no fue fácil.
Primero, como muchas de las familias de la comunidad LGBTIQ+, se enfrentaron a la mirada familiar; algunos no estuvieron de acuerdo, otros más sí y las apoyaron.
Segundo, tuvieron que pasar por un viacrucis médico; esto es, los propios doctores trataron de disuadir su decisión de tener un hijo inseminado al vientre de una de ellas. Pero, finalmente, dieron con un profesional que les ayudó a embarazarse de Suri.
“Los retos han sido varios. Cambiamos de médico porque se tardó mucho, yo creo que su objetivo era más bien otra cosa, ya hasta el último la inseminación. Entonces, cambiamos de doctor y dijo: “Qué estás esperando, ya estás lista”, y ¡Pum! salió”, contó Haydee a Once Noticias.
El tercer reto fue otorgarle los derechos para seguro de gastos médicos.
“Otras parejas llegaban con su cartita de concubinato y ya eran felices, y por eso fue el tema del registro civil, para que con el acta de matrimonio pudiéramos ejercer este derecho”.
Posteriormente, fue el registro de la niña como hija de matrimonio entre mujeres no fue tarea fácil. En la alcaldía Benito Juárez solicitaron el registro y únicamente les permitían hacerlo como hija de madre soltera. Tuvieron que contratar un servicio de juez en casa.
“Para su acta de nacimiento sí sufrimos discriminación, porque llegamos a la delegación y el juez dijo: “Como madre soltera”. Le dijimos, “a ver, hay un acta de matrimonio, el legal y está avalado”, a lo que la persona les contestó: “pues hasta que mi jefe no diga lo contrario, no te la registro con las dos mamás… nos fuimos, le hablé a mi abogada y terminamos contratando el servicio del juez a domicilio; obviamente si salió caro, pero ya la registró sin problemas. Lo que no queríamos era que quedara como hija de madre soltera… yo tenía los derechos para darle servicio médico, escuela, todos los beneficios del trabajo, entonces necesitaba el acta con ni nombre”, nos platicó Haydee.
De acuerdo con Haydee, una de sus mamás, Suri está muy consciente de su familia. Sin embargo, su primer enfrentamiento fue cuando creció y tocó el turno de entrar al centro de integración del ISSSTE. Su ingreso no fue fácil; para la escuela fue el primer caso de un registro de una familia de la comunidad lésbica. Sin embargo, la directora fue empática y solidaria y les dio todo el apoyo.
“Te hacen las entrevistas con todos los responsables, maestros y demás, y al final fue la directora quien nos dio la bienvenida, pero sí nos dijo: “es mi primer caso y lo vamos a llevar lo mejor posible; no hay ningún problema, nada más vamos a ir aprendiendo juntas”, recordó Haydee.
La historia no fue igual con la comunidad escolar. Durante su estancia, Suri fue juzgada por sus compañeros y compañeras, y Mari Eli y Haydee, por las madres y padres de familia.
“La niña como tal se enfrentó ya al hecho de que hubo alguna niñita que dijo: “yo no puedo ser tu amiga porque tienes dos mamás”. O en una clase de ballet, donde las mamás le preguntan a la niña: “y entonces, quién es tú mamá, quién es la que te trae, y entonces por qué está ella aquí, etc., haciendo suposiciones raras… Y ella en algún momento me dijo: para mí, tú eres mi papá, y yo les digo que sí tengo papá porque se llama Haydee”.
Haydee, desde un inicio, asumió el rol de ser papá de Suri y es la más feliz cargando en hombros a la pequeña de 9 años.