El inicio de la pandemia fue un parte aguas global. Los hospitales se saturaron, se inventaron cápsulas de traslado, diferentes herramientas y tecnología que ayuda a prevenir la propagación del COVID-19.
Sin embargo, en los lugares más lejanos a ciudades, la atención y la tecnología no llegaron. Es el caso de la comunidad de Zaragoza, en la Sierra Madre de Guerrero, donde más de una decena de personas murieron a causa del virus que azotó al mundo entero.
En el estado de Guerrero se han registrado más de 56 mil casos de personas contagiadas de COVID-19, y han fallecido por esta enfermedad cerca de cinco mil.
Aunque en las comunidades aisladas, la propagación es mucho menor, el pánico se expandió rápidamente dentro del ejido Cordón Grande, que ha tenido aproximadamente 16 muertes por el coronavirus, según datos del presidente del Comisariado Ejidal, José Luis Cáceres, en entrevista con Once Noticias.
Las medidas de seguridad en esta comunidad se reducen a un cubrebocas y algunos remedios caseros que no siempre resultan efectivos. A la sierra de la Costa Grande no llegaron caretas protectoras, ni guantes, ni alcohol en gel y mucho menos tanques de oxígeno.
Al inicio de la pandemia organizaron retenes en la carretera como medidas de prevención de contagios contra el COVID-19.
Las personas del pueblo no dejaba entrar a gente de otro lado y tampoco dejaban salir a nadie. Esa cerca en la carretera duró como un mes. A mí me tocó estar llevando comida en la cerca, todos estábamos espantados de un inicio. Fue cuando murió una señora y después su hija, al señor también le tocó”, explicó José Luis Cáceres, presidente del comisariado ejidal de Cordón grande en Tecpan, Guerrero.
Poco a poco se fueron acoplando a la nueva normalidad como todos en el país. En la comunidad de Zaragoza el servicio médico más cercano está a tres horas de camino de terracería y tres ríos sin puentes, que hay que cruzar para salir del pequeño paraíso por dónde se cosechó la guerrilla en la década de los años 70.
“En toda la sierra estamos hablando de 100 comunidades que si tienen un enfermo no hay ni para una cortada, es muy difícil el acceso a la salud, principalmente por los caminos, por eso no llega nada y es bien difícil salir, más si los ríos se llenan”, detalló José Luis.
En el aspecto económico también cayó todo. La gente, que no salía de la comunidad, no pudo concretar proyectos forestales y agropecuarios que tenían planeados, pues las oficinas de gobierno cerraron.
“Al inicio sí perdimos muchos programas para nuestro trabajo, nos pegó bien duro en todos los aspectos y pudimos resolverlo de alguna manera, pero estamos prácticamente abandonados en el tema de salud, aquí no hay clínicas y mucho menos doctores y la vacuna tampoco ha pasado por aquí”, señaló el presidente del comisariado ejidal.
En el tema de las vacunas la complicación se acrecienta si se tiene en cuenta que en muchísimas comunidades no hay luz y menos internet para hacer su registro. Las personas tienen que recorrer los peligrosos caminos y a veces, cuando llegan a las clínicas les dicen que se terminaron las dosis del día.
La gente de arriba (de la sierra) debería tener acceso a la vacuna, deberían de hacer una campaña y que suban con insumos básicos para el COVID-19, y de una vez que lleguen con la vacuna y así atiendan a los pueblos y recorran nuestros caminos”, concluyó José Luis Cáceres.