A un año de la devastadora explosión ocurrida en el puerto de Beirut, Líbano, el país vive una crisis social, política y económica, agravada por la falta de Gobierno y la pandemia.
No hay alimentos suficientes, agua potable, medicamentos ni combustibles. Y más de 300 mil personas carecen de hogar.
El estallido de 2020, atribuido al almacenamiento de casi tres mil toneladas de nitrato de amonio, dejó al menos 214 muertos, más de 7 mil heridos y barrios enteros en ruinas.
El 4 de agosto es un día negro para todos los libaneses y las víctimas”, dijo Jean-Pierre Merhi, manifestante.
En este aniversario, miles se manifestaron en Beirut. Hubo enfrentamientos cuando las fuerzas de seguridad intentaron disolver las marchas.
Hay más enojo que tristeza, pero ya llegará la hora de quienes provocaron esto”, señaló Rita Hitti, madre de fallecido en la explosión.
Además, los legisladores libaneses no han podido formar un nuevo Gobierno, tras la renuncia del primer ministro, Hassan Diab, y su equipo, días después de la tragedia.
Sé que han esperado mucho tiempo para la formación de un nuevo Gobierno. Hoy tenemos la oportunidad con un nuevo primer ministro”, mencionó Michel Aoun, presidente de Líbano.
El Papa Francisco hizo un llamado para ayudar al pueblo libanés.
Les pido que ayuden al Líbano en un camino de resurrección, con gestos concretos y no solo palabras”, exhortó el pontífice.
Víctimas, familiares y el pueblo libanés exigen saber quiénes fueron los responsables de la tragedia.
Nos prometieron una investigación de cinco días y este no es el quinto día. Este es el día 365 y aún no salió nada de la investigación”, dijo Lea Noun, familiar de fallecido en la explosión.
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