No ha de ser el que viene, al menos para quienes apoyamos el cambio de régimen y la transformación del país con López Obrador, “el invierno de nuestro descontento”. Las cosas no pintan mal para nosotras y nosotros; que el proceso de cambio continúe, se consolide y profundice más allá de 2024 se presenta como el escenario más probable y es que la mayoría de las y los mexicanos —así lo han expresado reiteradamente en las urnas— no quieren volver al pasado autoritario.
Nunca un presidente había llegado al cuarto año de gobierno, con una pandemia, una guerra y una crisis económica global de por medio, con índices tan altos de aprobación ciudadana. Nunca tampoco (desde que se fracturó el viejo régimen) un partido en el poder, y en el que hoy militan millones de ciudadanas y ciudadanos, había llegado con tanta fuerza —el 60% de las preferencias— al umbral mismo del cambio de estafeta presidencial.