Desde el año 2000 la Federación Mundial del Corazón estableció el 29 de septiembre como Día Mundial del Corazón, fecha respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a fin de generar conciencia sobre las enfermedades cardiovasculares, su prevención, control y tratamiento.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo.
Los informes señalan que los infartos de miocardio y los accidentes cerebro vasculares se cobran más de 17 millones de vidas al año. Y se estima que la cifra ascenderá a 23 millones para el año 2030.
Hipertensión arterial en México
En México, 3 de cada 10 personas de 40 años o más padece hipertensión arterial, de ellos, la mitad no lo sabe y los que sí tienen conocimiento de su enfermedad no se tratan adecuadamente, a pesar de ser de fácil diagnóstico y tratable con alrededor de 10 medicamentos disponibles.
La hipertensión arterial ocurre porque la presión a la que están sujetas las arterias es mayor de lo que debería de ser. Una de las principales problemáticas por las que las personas no se atienden es porque es una enfermedad que no da síntomas, sin embargo, sí representa un alto riesgo cardiovascular de muerte.
Asimismo, cuando la presión de las paredes de las arterias aumenta, también crece el riesgo de que se produzca ateroesclerosis (acumulación de grasa que tapa las arterias) y desarrollar a edades más tempranas un infarto del miocardio o un infarto cerebral.
“Nadie se da cuenta de que el infarto que le dio a una persona a los 70 años le pudo haber dado hasta los 80 si hubiera tenido la presión normal, pero como la tenía alta se aceleró el proceso, y peor aún si el infarto fue a los 60. Entonces esa persona pudo haber vivido 10 o 20 años más, si se hubiera atendido la presión arterial alta”, explicó el doctor Gerardo Gamba Ayala del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.
En el marco del Día Mundial del Corazón, el doctor Gamba destacó que es un momento para concientizar a la población de la importancia de cuidar este órgano vital, de prevenir enfermedades cardiacas como la hipertensión o los infartos de miocardio y de hablar sobre los factores de riesgo que las acompañan.
Genética y ambiente
En la mayoría de los casos no se conoce con exactitud cuáles son las causas de la hipertensión arterial. Sólo en 10% de los casos se puede identificar que la presión sube principalmente por problemas renales o en las glándulas endócrinas.
En el restante 90% se dice que se trata de una hipertensión esencial, es decir, que es un problema poligénico, como el cáncer o la diabetes, pues en su aparición influyen la predisposición a desarrollar la enfermedad y el medio ambiente.
El doctor Gerardo Gamba, ganador en 2010 del Premio Nacional de Ciencias y Artes, explicó que una enfermedad poligénica es aquella en la que una persona tiene la predisposición genética para tener hipertensión, pero ésta no se desarrollaría si no está en un ambiente propicio, que es el que tenemos en las ciudades industrializadas, en donde la dieta consiste en consumir mucha sal y poco potasio.
Esta dieta hace que el riñón retenga sal; a la larga si el volumen circulante de ésta aumenta en el organismo, genera el aumento de la presión arterial.
Esta es la línea de investigación que ha mantenido por años el doctor Gamba en su laboratorio, en donde han buscado entender los mecanismos que explican cómo se regula la reabsorción renal de sal y qué es lo que hace que se retenga más o menos sal.
Como parte de su trabajo ha detectado que en el túbulo distal de la nefrona (unidad funcional del riñón) se ubica el transportador de sal cuya función es que cuando la sal pasa a través de él regresa cierta cantidad a la circulación y la que no aparece en la orina.
“Si ese transportador funciona de más, entonces regresa más sal de la que debería; si funciona de menos deja pasar la sal y la excretamos en la orina. Ésas son las células que nosotros estudiamos”, mencionó el experto.
Mantener el apego al tratamiento
Uno de los problemas en las personas con hipertensión arterial es que no hay un apego al tratamiento. Una de las razones es porque es difícil que una persona tome una o dos tabletas diario, y durante muchos años, por algo que, en apariencia, no le causa ninguna molestia.
El científico explica que hace 50 o 60 años para la gente que se diagnosticaba con presión arterial no había mucho qué hacer.
Sin embargo, en la actualidad ya se cuenta con varios medicamentos para bajar la presión arterial, pero lo importante es lograr que el enfermo no abandone su tratamiento y reduzca así los riesgos de presentar otras complicaciones cardiacas.
El especialista refirió que la mejor forma de tratar inicialmente la presión arterial alta es cambiando el estilo de vida, ya que una de las asociaciones más importantes que existen es la de obesidad con la hipertensión arterial. Por lo tanto, la gente con obesidad, que no hace ejercicio y tiene un alto consumo de comida chatarra desarrolla más hipertensión que las personas que no tienen este estilo de vida.
Entre las recomendaciones que existen para evitar esta enfermedad se encuentran mantenerse en el peso ideal, hacer ejercicio, tener una dieta lo más sana posible y medir la presión por lo menos una vez al año, sobre todo después de los 30 años.
Además, se debe evitar el tabaquismo, disminuir el colesterol alto en la sangre y no padecer diabetes mellitus.
“Lo ideal sería que el enfermo siga tomando su tratamiento y vigile su presión. No es nada complicado; porque si no, insisto, el riesgo es para el corazón y el cerebro, y se van a tapar las arterias. Y eso trae consecuencias graves”, concluyó el universitario.