Japón debe anunciar esta semana la mayor revisión de su política de defensa en décadas, aumentando su gasto, reorganizando su comandancia militar y adquiriendo nuevos misiles para enfrentar las crecientes amenazas.
Esta nueva política, que será detallada en tres documentos de defensa y seguridad el viernes, reformulará la estrategia de un país cuya Constitución posterior a la guerra ni siquiera reconoce oficialmente a las fuerzas armadas.
“Fundamentalmente, fortalecer nuestras capacidades defensivas es el desafío más urgente en este severo entorno de seguridad. Vamos a incrementar urgentemente nuestras capacidades de defensa en los próximos cinco años”, añadió el primer ministro Fumio Kishida el fin de semana.
El giro responde a los temores de Tokio ante el creciente poder militar de China y su influencia en la región, pero también al frenesí de pruebas de misiles de Corea del Norte y la invasión rusa de Ucrania.
Nueva política
Un aspecto clave de la nueva política es el compromiso de impulsar el gasto militar 2% del Producto Interno Bruto (PIB) para 2027 para situar a Japón en línea con los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con quien mantiene una cercana relación pese a no ser miembro.
Esta partida adicional financiará proyectos como la adquisición de lo que Japón llama “capacidades de contraofensiva”, es decir, poder atacar plataformas de lanzamiento amenazantes, incluso preventivamente.
Hasta ahora, Japón había evitado adquirir este tipo de arsenal ante la discusión de si violaban la cláusula constitucional que limita su poderío militar a la autodefensa.
Los documentos de la nueva estrategia insistirán, según la prensa, en que Japón sigue comprometido con su política de seguridad orientada a la autodefensa y que no se convertirá en una potencia militar.
Parte de estas nuevas capacidades procederán de los 500 misiles de crucero Tomahawk que Japón considera adquirir a Estados Unidos como recurso de seguridad mientras desarrolla sus propios misiles de largo alcance.
Planes para desarrollar armamento
Asimismo, Japón anunció planes para desarrollar aviones de combate de nueva generación junto a Italia y Reino Unido, y estaría planeando la construcción de nuevos depósitos de municiones y el lanzamiento de satélites para ayudar a dirigir hipotéticos contraataques.
Los cambios afectarán la organización militar. El diario Nikkei asegura que las tres ramas de las Fuerzas de Autodefensa se unificarán en una sola comandancia en los próximos cinco años.
“La presencia de estas fuerzas en las islas más meridionales de Japón va a aumentar y se triplicarán las unidades con capacidad de intercepción de misiles balísticos”, según la prensa local.
Además, señalan que los documentos, incluido uno sobre Estrategia de Seguridad Nacional, apuntarán a China para justificar el cambio de política.
El partido de Gobierno nipón quería clasificar a China como una “amenaza“, aunque bajo presión de su socio minoritario de coalición, se conformará con calificarla como una “grave preocupación y el mayor desafío estratégico de Japón”.
De todos modos, esto supone un gran cambio respecto a la última actualización del documento en 2013, en el que Tokio abogaba por buscar “una alianza estratégica mutuamente provechosa”.
Maniobras militares
La preocupación respecto al gigante asiático se agravó desde las enormes maniobras militares desplegadas por Pekín alrededor de Taiwán en agosto pasado, durante las que algunos misiles cayeron en la zona económica exclusiva de Japón.
También se prevé que la nueva política nipona deje de abogar por la cooperación y la mejora de relaciones con Rusia y la defina como un desafío. Japón se unió a sus aliados occidentales en la aplicación de sanciones contra Moscú debido a la guerra en Ucrania.
Este giro en la política de defensa probablemente moleste a Pekín, que habitualmente evoca la beligerancia japonesa durante la primera mitad del siglo pasado para criticar a Tokio.
Asimismo, puede causar turbulencias domésticas a pesar de que los sondeos apuntan a un mayor apoyo a reforzar las capacidades de defensa.
“Para los responsables de la política de defensa de Japón, estos acontecimientos no representan una resurgencia militarista, sino el último paso en una lenta y gradual normalización de su posición en defensa y seguridad nacional”, comentó James Brady, vicepresidente de la consultoría Teneo.