La zona cero, en Tláhuac, intenta volver a una dolorosa normalidad, luego de la tragedia del pasado lunes en la línea 12 del Metro que ha cobrado 25 vidas, hasta el momento.
Continúan los trabajos de los peritos extranjeros y de la Fiscalía de la Ciudad de México en la búsqueda de pistas. Regresó también el tráfico en el epicentro del siniestro, que se ha vuelto una especie de santuario y parada obligada para curiosos.
Olvidar no es fácil. Guillermo tiene presente cada minuto de aquella noche… Desde entonces no duerme. Era uno de los pasajeros del convoy del metro que se partió en dos.
Yo iba más o menos a la altura de poco más de allá arriba y me fui deslizando poco a poco a través del convoy por dentro, cuando llegue al final ya la articulación donde todo esto estaba caído y en medio había muchísima gente, muchísimos no sé si eran cadáveres o que eran porque algunos estaban encima de otros”, dijo Guillermo Rojas, pasajero del Metro siniestrado.
Pudo salir del horror por su propio pie, luego de lanzarse por una ventana. Cojea y no puede flexionar el brazo, con el que se aferró de un pasamos para no caer al vacío.
Incluso frente de mí había un señor que no sabía qué había pasado, el señor tenía toda la cara llena de sangre y me decía qué pasó. Le dije no lo sé, me dijo “dame un trapo, dame algo”, no tengo nada con qué ayudarte amigo, quise quedarme a ayudar, pero el miedo y la desesperación…el miedo de que va a seguir cayéndose es horrible”, agregó.
Hay quien no corrió con la misma suerte… Luis Enrique, amigo de Nancy Lezama, una de las víctimas, acudió a exigir justicia y castigo a los responsables.
Pero ya no pasa a quejas, pasa a ser una realidad, una molestia, un enojo absoluto que tenemos. Esto que acaba de ocurrir, esto que tienen a sus espaldas, tiene nombres, tiene apellidos”, expresó Luis Enrique López.
Y aunque la vida sigue, voltear la mirada a ese esqueleto de hierros retorcidos, cables colgantes y escombros, es inevitable…