Nacer mujer implica sortear retos que niegan o restringen el goce de los derechos humanos sólo por una condición de género y si a ésta sumamos ser una mujer perteneciente a un pueblo originario, la lucha por el ejercicio de los derechos se duplica.
La diferencia de trato por el color de piel u origen étnico es un asunto vigente que ha afectado históricamente a millones de mujeres en nuestro país.
Alrededor de 9.4% de la población total en México se autoidentifica como indígena, de los cuales 51.1% son mujeres, según el Censo de Población y Vivienda 2020 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En entrevista para Once Noticias, Bertha Pech Polanco, activista, pedagoga y gestora de proyectos, oriunda del municipio de Maxcanú, Yucatán, compartió algunos de los embates que tuvo que enfrentar al salir de su comunidad maya.
Salir no es fácil porque al final cambias, tienes que cambiar tu dinámica, tienes que pasar el proceso de adaptación, y cuando llegas a un nuevo lugar no es fácil ese proceso” señaló Pech Polanco.
La también doctorante del Programa Interinstitucional en Educación de la Universidad Iberoamericana, expresó que su familia jugó un rol importante en sus procesos de adaptación fuera de su comunidad, empezando por su padre, quien era muy severo sobre las expectativas que tenía para ella.
Volver a Maxcanú implicaba que la apuesta por sus sueños no había funcionado, por lo que durante años aprendió a vivir con esa presión constante, razón por la que aseguró que la familia debería ser el primer lugar “seguro” para expresar libremente los deseos o intereses personales.
Primero lo que enfrentas en ese primer círculo, decides salir para estudiar o para lo que tú decidas hacer en tu proceso y construcción de proyecto de vida y de repente cuando no tienes este apoyo familiar, te enfrentas a otras circunstancias, emocionales, económicas” mencionó Pech Polanco.
Imaginario social, estigma sobre las mujeres
Desde temprana edad, Bertha tuvo interés en buscar cómo solventar sus estudios, por lo que las becas educativas siempre han sido, a lo largo de su trayectoria académica, un factor de posible apoyo.
Desde la secundaria leía los avisos y despertó ese interés. Cuando salí del pueblo para estudiar, ya tenía igual la idea de buscar una beca para estudia y, mientras tanto, seguir trabajando”, mencionó.
A los 18 años, dejó Maxcanú para seguir sus sueños e intereses en la capital de Yucatán, donde estudió la licenciatura en Educación Primaria para el Medio Indígena en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 31-A, así como la licenciatura en Educación en la Universidad Autónoma de Yucatán.
La investigadora aseguró que socialmente a las mujeres se les exige de más, presión que se triplica si se trata de mujeres provenientes de pueblos originarios.
Cuando pasa esto en tu primera familia, como parte de la violencia de género que en este caso mi papá ejercía, ya tienes una presión de más, no sólo tienes la presión de la sociedad, sino dentro de tu propia familia dudan de tus capacidades” mencionó.
Para Pech Polanco, la lucha por el ejercicio y goce de los derechos de las mujeres provenientes de pueblos originarios está ligada al imaginario social de lo que “se espera” ver en ciertos espacios.
Su experiencia respalda su opinión, ya que forma parte de la Red de Activistas Digitales en Lenguas Indígenas de Global Voices, la Red de Active Citizens del British Council México, la Red ¡Vivan las Mujeres! de Amnistía Internacional México y la Red Indigenous Leaders of the World del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad.
Hay gente a la que no se le cuestiona en dónde está porque históricamente su familia ha estado en eso, pero cuando tu historia es distinta te va a tocar tener que buscar o esforzarte el doble, el triple, para que puedas estar en las mismas circunstancias que otras personas” aseguró la activista yucateca.
Romper el pacto del silencio
Luego de que sus esfuerzos le valieran una la estancia en la capital del país donde pudo realizar su maestría en Pedagogía con mención en Educación y Diversidad Cultural en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Bertha decidió allanar el camino de regreso a Yucatán.
Fui cerrando compromisos, espacios, realmente no fue ninguna mala experiencia porque puedo decir que me fue súper bien, quizás prácticamente todo lo que quise o pensé que podía ser una posibilidad, fue una realidad” dijo Pech Polanco.
En 2021, Pech Polanco fue ganadora de la beca Margaret McNamara Education Grants of Latin America Program, apoyo otorgado a mujeres excepcionales que construyen un mejor mundo para las mujeres y las niñas.
Para la activista no se trata únicamente de buscar algo fuera de las propias comunidades, ya que al romper ese pacto, dice, se posibilita la acción desde dentro, desde los espacios propios.
Existe un pacto del silencio de aceptar las disposiciones, las prácticas, y aunque no nos parezca, muchas mujeres tampoco decimos que no nos parece, empezar por romper ese pacto en primera instancia, el pacto del silencio, para expresar lo que queremos hacer, lo que queremos lograr” detalló Pech Polanco.
Luego de la trayectoria que ha seguido, la activista tiene claro que uno de los mejores consejos para las generaciones futuras de mujeres que saben que romperán con lo que sus entornos esperan de ellas, es terminar con el pacto del silencio.
Actualmente, la también consultora, colabora como docente en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 31-A de Yucatán, coordina el proyecto “Mujeres Juntas” con Arkemetría Social A.C México y es integrante de la Asamblea Consultiva del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación en México (Conapred).