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Casas de Emergencia, una opción para que mujeres vivan sin violencia

La pandemia derivada por COVID-19 ha traído severas consecuencias no solo sanitarias, económicas y sociales, también durante todo este periodo se han generado casos de estrés acumulado y el daño psicológico para la población en general tiene proporciones no calculadas.

A raíz del confinamiento y la falta de movilidad otro problema se disparó: la violencia de género.

Antes de la pandemia las mujeres que sufrían violencia de género en el hogar tenían la oportunidad de alejarse de su agresor. Pero actualmente, esta pequeña libertad les ha sido suspendida. Conviven todo el día con la persona que las insulta, agrede y violenta sin la oportunidad de ver una salida viable o fácil.

Hasta el primer semestre del año pasado se habían abierto 8 mil 334 carpetas de investigación por violencia familiar en Ciudad de México y el 911 había recibido un promedio de 311 llamadas de mujeres que pedían ayuda al ser víctimas de violencia.

En Ciudad de México no hay suficientes refugios para ellas.

Por esta razón, el Congreso de la Ciudad de México aprobó una reforma para que cada alcaldía cuente al menos con una Casa de Emergencia para las mujeres que no pueden permanecer en su propio hogar por el riesgo de violencia que representa.

Se trata de una reforma a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de la Ciudad de México en su artículo 49, para establecer que “Cada una de las 16 alcaldías de la Ciudad de México deberá contar, por lo menos, con una Casa de Emergencia, con el objetivo de establecerse como el primer vínculo de proximidad con las mujeres víctimas de violencia o con las víctimas indirectas”.

En Ciudad de México existen cuatro refugios que siguen el protocolo del modelo oficial Inmujeres, tres de sociedad civil y uno de gobierno.

Mientras que la Red Nacional cuenta con dos refugios de sociedad civil, dos casas de emergencia y una casa de transición; en total, cinco espacios de protección.

En México, los refugios dan apoyo a más de 25 mil mujeres, niños y niñas al año, pero con la pandemia esperan que la cifra se dispare.

Tan solo en las últimas semanas, se han visto ocupados de un 80 a un 110 por ciento de su capacidad.

Incluso, organismos como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) alertó que la violencia de género en contra de las mujeres podría dispararse en medio de la cuarentena impuesta para prevenir la propagación del coronavirus, lo que también podría derivar en un repunte de feminicidios.

Derivado de esta problemática, los refugios para mujeres violentadas han tomado una nueva importancia en la capital y el país.

Estos lugares son espacios seguros en donde se da hospedaje, alimentación, vestido y calzado, atención médica integral, servicio de enfermería, asesoría jurídica, atención psicológica, programas reeducativos integrales, capacitación para el desempeño de una actividad laboral y acceso a una bolsa de trabajo a las mujeres que lo necesitan. De esta manera, ellas podrán generar un plan de vida sin agresiones y volver al mundo real con un buen soporte. 

Los refugios no solo ofrecen asistencia psicológica, médica, legal, ofrecen también ayuda para un desarrollo social de las mujeres que lo soliciten.

El objetivo es contribuir a la reducción de víctimas niñas y adolescentes y mujeres víctimas de abandono social y explotación, así como aquellas que están embarazadas, con hijos y en situación de calle. 

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