Manifestantes prodemocracia, entre ellos numerosos médicos en blusa blanca, decidieron movilizarse día y noche contra la junta militar, cuya represión desde el golpe militar del 1 de febrero ha dejado unos 250 muertos, el último de ellos este domingo.
“¡Salven a nuestra líder!” Aung Sang Suu Kyi, detenida en un lugar secreto por el ejército desde hace 49 días; “¡Salvemos nuestro futuro!”, se podía leer en las pancartas de los manifestantes, congregados la madrugada de este domingo en Mandalay (centro).
Otras manifestaciones nocturnas se produjeron en otros lugares del país, con militantes prodemocracia portando velas encendidas.
Médicos, profesores, empleados de banco o de ferrocarriles están en huelga desde hace seis semanas, paralizando una parte de la frágil economía del país.
“Nuestros médicos son tan valientes”, comentaron los manifestantes en las redes sociales.
“No tenemos miedo a la sangre que derrama el ejército”, agregaron.
Cerca de 250 civiles han muerto desde el 1 de febrero, según la Asociación de Asistencia a los Presos Políticos (AAPP).
El balance podría ser más grave, pues centenares de personas desaparecieron en las últimas semanas.
Este domingo, un hombre murió y otros dos resultaron heridos en Monywa (centro) al abrir fuego las fuerzas de seguridad contra un pequeño grupo cerca de una barricada, indicaron testigos a la AFP.
Dos de los cinco millones de habitantes de Rangún, la capital económica, están bajo la ley marcial y la situación es muy tensa.
Algunos barrios se han sumido en el caos, con manifestantes lanzando proyectiles y cócteles molotov contra el ejército y la policía, que dispara munición real.
Los tiroteos volvieron a intensificarse el sábado, con al menos dos muertos y tres heridos en Rangún, según la AAPP, que informó de otros dos fallecidos a unos 80 km de ahí, en Bago.
Para eludir estas violencias, numerosos habitantes de Rangún seguían huyendo este domingo de la ciudad, la mayor de Myanmar, para retornar a sus regiones de origen a bordo de vehículos, bicicletas o mototaxis.
La estación de autobuses lucía repleta de paquetes y maletas de todo tipo. “No puedo seguir viviendo con este miedo, vuelvo a mi región”, relató una joven entrevistada por un medio local.
Algunos birmanos intentan también abandonar el país. Tailandia espera un flujo de refugiados mientras que India ha recibido ya a centenares.
Entretanto, Myanmar se cierra cada vez más. Las conexiones a internet siguen muy perturbadas y solamente los medios estatales cubren ahora la crisis.
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