Fue de todo, además de hogar, un espacio recreativo y de rehabilitación, punto de reunión y, sobre todo, un refugio:
La Casa Azul de Frida Kahlo en Coyoacán es el epicentro de un legado artístico que se ha catapultado a nivel internacional.
“Esta casa fue su ventana al mundo, fue el lugar donde empezó, donde creció, donde pasó toda su infancia, su juventud y más tarde también se convirtió en su refugio taller”, cuenta Perla Labarthe, directora del Museo Frida Kahlo.
Hace 65 años, la Casa Azul abrió sus puertas como museo, con la finalidad de difundir las colecciones de Frida Kahlo y Diego Rivera, mismas posesiones que conservan una relación estrecha con sus dueños.
“También esta Casa Azul es una declaración ideológica. Todos los objetos que están aquí, su jardín, los espacios, los colores, manifiestan la personalidad de Frida y lo que a ella le parece valioso”, afirma Perla Labarthe.
Entre las 200 piezas que ahora se exhiben, figuran artículos inéditos, que aportan información sobre sus vínculos con otros artistas e intelectuales de la época.
“Por ejemplo, una libreta donde firman los primeros visitantes de este museo, el día de la apertura, el 30 de julio de 1958. Tenemos también algunas fotografías familiares, libretas telefónicas, y también tuvimos la oportunidad de abrir algunos libros, para ver las dedicatorias que sus autores, o las personas que se los regalaron a Frida”, detalló la directora del museo.
La exposición “Un lugar lleno de lugares” se encuentra en el Museo Frida Kahlo, ubicado en Londres 247, Coyoacán.