Enrique, de 52 años, nació en San Diego, su padre es cubano. Desde hace muchos años él recuerda que ha cruzado a México, más precisamente a Tijuana, como una práctica normal, como lo hace cualquier estadounidense que vive en ciudades fronterizas y quiere pasar sus fines de semana del otro lado del muro o quiere ir a comprar productos que le resultan más económicos. Él perteneció a la Fuerza Área de Estados Unidos y actualmente está retirado. Vive en Playas de Tijuana y suele viajar al interior del país para conocer un poco más sobre México, porque “yo amo México”, señala al iniciar la conversación. No como su primo que ha decidido no visitar el país, porque tuvo una experiencia desagradable con las autoridades hace 15 años. Enrique cuestiona el rechazo de su primo, “¡oh! ¡wow! ¿cómo es posible que tú no visites México!” le reclama en cada platica que sostienen.
“Me dijo que nunca quiere venir. Él dijo que cuando vino hace 15 años la policía lo detuvo y decían ‘danos dinero o vamos a tener problemas aquí’ y sacó su pistola. Entonces dice que si la policía va a hacer eso ‘no tengo razón de estar en ese país'”, señala Enrique.Y es que dijo a Once Noticias que los estadounidense perciben que las autoridades mexicanas suelen detenerlos para pedirles dinero, una práctica que considera que ha aumentado en comparación con años anteriores, al menos así lo recuerda Enrique quien tiene poco más de cuatro años viviendo en el país y casi toda una vida de ir y venir entre ciudades fronterizas. Enrique llegó a vivir a Tijuana de forma gradual. En un principio no le gustó, pero la dinámica social, las rentas baratas, la percepción de seguridad que le daba que vivieran otras comunidades estadounidenses y la posibilidad de viajar a otras entidades fueron algunas de las cosas que lo convencieron para quedarse. Y es que considera que las rentas de inmuebles -que considera accesibles- o la posibilidad de poner Airbnb, y tenerlo como un apoyo económico, son opciones que posibilitan la idea de residir en México. Él viaja seguido por su trabajo, a León, Guadalajara y Ciudad de México: “todo era perfecto, convivir era lo mejor”, afirma.
“La gente que no está en la frontera no entienden lo que es la frontera, tenemos más en común con la gente de Tijuana que con la gente de Boston. Tijuana no es México, para conocer a México hay que ir al interior. Yo soy de San Diego y como chile. Muchos amigos mexicanos se sorprenden, pero para mí es algo normal, es más fácil para los norteamericanos que vivimos aquí”, comparte en español.
Estadounidense, población extranjera más numerosa en México
México tiene una ubicación geográfica de relevancia: es la entrada a América Latina, pero también es vecino de Estados Unidos. Entrada o salida, depende desde dónde lo veas, es un punto de conexión importante tanto para el norte como para el sur. Esta ubicación pone al país como un lugar de tránsito, pero también de asentamiento para poblaciones extranjeras, porque también eligen residir en México, tal es el caso de Enrique y de 797 mil 266 estadounidenses. Hasta 2020, de 1.2 millones de extranjeros que residen en México, de acuerdo con el el Censo de Población y Vivienda 2020, de INEGI. 65.8% son de nacionalidad estadounidense, mientras que 4.7% son de nacionalidad guatemalteca y 4.4% son originarios de Venezuela. La población más numerosa en el país son las personas originarias del país vecino. Si bien en los últimos años se han engrosado los numerales de la población de origen centroamericano, son los estadounidenses los que lideran las cifras. No obstante, los datos pueden ser engañosos porque son generales, además son pocos los estudios sobre esta población lo que resulta un desafío. Mónica Palma en su trabajo “Estadounidenses en México. Una inmigración histórica y diversa” (Ensayos, 1999) critica que ha existido escaso interés a este núcleo de inmigrantes, pese a que es uno de los más numerosos registrados desde inicios de la vida del país independiente -desde 1821- y uno de los más diversos con respecto a las actividades y ocupaciones económicas.Un poco de historia
El establecimiento de familias anglosajonas en Texas y Coahuila, en los primeros años de vida independiente de México, se dio como parte de un plan para colonizar estas zonas. Ese plan prosiguió años posteriores. La autora afirma que eso coadyuvó a los intentos de expansión territorial estadounidenses, que consolidó ceder 55% del territorio a Estados Unidos con el Tratado de Guadalupe-Hidalgo. No obstante, el engrosamiento de la población estadounidense en el país se da con mayor fuerza en el Siglo XX. Durante el Porfiriato se registró una presencia notable de hombres de negocios estadounidenses, provenientes de industrias, que llegaron al país con intereses ya no de expansión territorial sino “para subordinar la economía mexicana a los intereses de las empresas monopólicas del país vecino”, afirma Palma. Una cuestión que resalta es que hacia los treinta, del Siglo XX, la población tuvo un aumento debido a las repatriaciones de mexicanos del programa Bracero, que eran hijos de mexicanos nacidos en Estados Unidos, por lo que es otro grupo de mexicoamericanos que retornaron al país y que fue relevante. La autora Omar Lizárraga en su estudio sobre inmigración de jubilados estadounidenses en Mazatlán, Sinaloa y Cabo San Lucas, Baja California Sur (Migración y desarrollo, 2008), señalan que otro grupo importante fueron los pensionados y jubilados que buscaban salir de Estados Unidos para llevar vidas tranquilas y también porque México se presentó como una opción más asequible económicamente. Esta migración se asentó en Cuernavaca, San Miguel de Allende, Guadalajara, las costas de Baja California (principalmente Cabo San Lucas), Sonora, Puerto Vallarta y Chapala. Un subgrupo importante son los pensionados de la Administración de Veteranos de Estados Unidos de las Fuerzas Armadas. Tal es el caso de Enrique que forma parte de una población numerosa, diversificada económicamente. Desde 1950 la población estadounidense ve en México un lugar de asentamiento como atracción turística y también por su clima. Desde ese año hasta los ochenta, los principales estados receptores de estadounidenses fueron Baja California, Tamaulipas, Chihuahua, Distrito Federal, Tamaulipas, Nuevo León, Jalisco, Coahuila, Sonora, Guanajuato y Michoacán. Estos lugares continúan siendo espacios de tradición de recepción para esta población, por ejemplo, Enrique señala que él sabe que hay comunidades estadounidenses en San Miguel de Allende, en las costas de la Baja y también en Ciudad de México. Según datos de la Unidad de Política Migratoria y Registro e Identidad de Personas (UPMRIP), de enero a septiembre de este año, se otorgaron 7 mil 609 Tarjetas de Residente Temporal (TRT) a personas originarios de América del Norte, de las cuales 19.04% (6 mil 744) fueron a personas estadounidenses y las principales razones fueron por trabajo (2 mil 231), rentistas (mil 776) y familia (mil 163). En el mismo periodo se emitieron 5 mil 780 Tarjetas de Residente Permanente (TRP) a personas de América del Norte, de las cuales 4 mil 879 fueron a estadounidenses y los principales rubros de inmigración fue por rentista, familia y trabajo.Algunos cambios
Enrique señala a Once Noticias que han cambiado los requisitos migratorios hacia la población estadounidense. Antes era más sencillo pero con el tiempo han cambiado.“Si vamos una semana a México o menos hay que llenar una forma que vale de una semana. Si quiero más tiempo tenemos que usar el segundo formato y cuesta de 500 a 600 pesos y dura 6 meses. Cuando entras por vehículo no chequeas eso. Hay otro que solo se renueva cada 6 meses. Ahora el gobierno de México dice que si vamos a vivir aquí necesitas tener residencia y hay que ganar cierto nivel de dinero cada mes, como 2 mil dólares cada mes, o sea como 40 mil pesos. Los turistas van con papel gratis hasta una semana. Yo estoy regulando mis ingresos para obtener la residencia permanente”, explica.