Una pertinaz sequía en Asia Central que se extendió varios siglos entre hace 5 mil 890 y 5 mil 250 años dificultó los intercambios humanos y comerciales en el arranque de la antigua Ruta de la Seda.
Un equipo de paleoclimatólogos ha encontrado evidencia de este periodo seco prolongado que probablemente estuvo ligado a un cambio hacia el norte en las masas de aire predominantes.
La Ruta de la Seda es la red de rutas comerciales más elaborada del mundo antiguo, que unía a las poblaciones antiguas del este de Asia con las del suroeste de Asia, a través de Asia Central.
Estas rutas comerciales fomentaron la difusión de ideas, religiones y tecnologías durante los últimos 2 mil años.
Antes del establecimiento del intercambio organizado, a partir de la época de la dinastía Han china ya estaba en marcha un proceso de intercambio transeurasiático a través de los valles fluviales y oasis de Asia Central.
El establecimiento de poblaciones en los oasis del desierto de Taklimakan en Xinjiang, China, fue un factor importante que facilitó este intercambio transeurasiático.
La escasez de evidencia arqueológica de la ocupación humana sedentaria en la región durante este período de sequía sugiere que las condiciones climáticas pueden haber obstaculizado el movimiento humano y reducido o bloqueado efectivamente los viajes por tierra entre el este y el oeste de Asia Central.
Las regiones agrícolas del mundo antiguo estaban aisladas unas de otras por las altas cumbres del Himalaya, pero las condiciones climáticas excepcionalmente áridas en Asia Central pueden haber contribuido aún más a ese aislamiento cultural.
Los resultados del nuevo esfuerzo de investigación internacional, dirigido por Liangcheng Tan, profesor del centro The Belt & Road del Instituto de Medio Ambiente de la Tierra, a través de la Academia China de Ciencias, se publicaron recientemente en Science Bulletin.
Los estudios arqueológicos indican que el intercambio transeurasiático se estaba produciendo ya hace más de 5 mil años, pero solo comenzó en serio durante el siguiente milenio.
Este intercambio está marcado por la dispersión de trigo, cebada, ovejas, cabras y ganado de Asia occidental al norte de China.
Del mismo modo, el maíz y el mijo propios del este de Asia se dispersaron desde el norte de China hacia el oeste de Asia y, finalmente, hacia Europa.
Algunos estudiosos se han referido a este proceso como globalización alimentaria en la prehistoria.
La narrativa tradicional sugiere que los primeros movimientos humanos cruzaron la estepa euroasiática del norte.
Sin embargo, cada vez más los arqueólogos reconocen que las principales rutas de dispersión cultural en la prehistoria siguieron las mismas rutas que la histórica Ruta de la Seda.
Estos valles fluviales y oasis desérticos fomentaron conexiones entre regiones agrícolas intensivas en la prehistoria.