El Senado de Estados Unidos abrió el histórico proceso contra el expresidente Donald Trump -el segundo juicio político en su contra- centrado en los cargos de “incitación a la insurrección” por su rol en el violento ataque al Capitolio.
Trump es el primer presidente en ser sometido a dos juicios políticos, tras haber sido absuelto en 2020 de los cargos por abuso de poder, y también es el primer mandatario en ser procesado después de haber dejado el poder.
Las fuertes imágenes de esos momentos y el discurso de Trump ante sus seguidores momentos antes de que estos irrumpieran en el Capitolio serán parte central de la acusación. Al exterior del edificio, las inéditas medidas de seguridad recuerdan la violencia y el impacto generado por el asalto.
El multimillonario, que reside ahora en Florida, no se presentará en el proceso, y no duda de que al final del mismo resultará absuelto.
La Constitución exige una mayoría de dos tercios para un veredicto de culpabilidad. Y aunque senadores republicanos han criticado el rol del ahora expresidente en el violento episodio, parece poco probable que 17 de ellos se unan a los 50 demócratas para condenar a Trump, aún muy popular entre las bases de su partido.
Pero ambos campos sí tienen algo en común: todos quieren ir rápido, por lo que una votación final podría tener lugar a comienzos de la próxima semana.
Los republicanos porque no quieren abundar en un caso que divide a sus filas; los demócratas porque quieren que la atención del Senado vuelva rápidamente a concentrarse en su prioridad: la aprobación de los candidatos y proyectos del presidente Joe Biden.
Al presentarse como un elemento unificador de un país dividido, Biden ha optado por tomar distancia de este proceso. El presidente “no pasará mucho tiempo viendo las audiencias”, insistió el lunes la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.