Los taiwaneses empezaron a votar para elegir un nuevo presidente, que tendrá el desafío de mantener el rumbo de la democracia frente a las crecientes amenazas de China de poner fin a la autonomía de la isla.
En vísperas de la votación, China instó a los taiwaneses a tomar “la decisión correcta” si quieren evitar la guerra y describió al favorito y actual vicepresidente de la isla, Lai Ching-te, como un peligroso “separatista”.
Los casi 18 mil colegios electorales repartidos por este territorio de 23 millones de habitantes, abrieron este sábado a las 08:00 (00:00 GMT) y cerrarán a las 16:00. Los resultados de las presidenciales, que se disputan a una sola vuelta, deben conocerse por la noche.
Tres hombres aspiran a ser el sucesor de la presidenta Tsai Ing-wen, cuyo mandato iniciado en 2016 ha estado marcado por la creciente presión diplomática, económica y militar de Pekín.
Además de Lai, del Partido Progresista Democrático (PDD) en el poder, se postulan el expolicía Hou Yu-ih del Kuomintang (KMT), partidario de mantener el statu quo con China, y Ko Wen-je, líder del pequeño Partido Popular de Taiwán (PPT).
Taiwán y China continental están separados de hecho desde 1949, cuando las tropas comunistas de Mao Zedong derrotaron a las fuerzas nacionalistas, que se refugiaron en la isla e impusieron una autocracia que mutó en democracia en los años 1990.
China nunca dejó de proclamar su intención de reunificar el país, por la fuerza de ser necesario. El mismo viernes, su ejército prometió “aplastar” cualquier intento de “independencia” de Taiwán, situada a apenas 180 km de sus costas.
Los resultados se seguirán de cerca desde China y desde Washington -principal aliado y proveedor de armas de la isla.
¿Victoria pero sin mayoría?
Los candidatos intensificaron su campaña en la última semana: visitaron templos y mercados, celebraron mítines con decenas de miles de participantes y atendieron a medios internacionales que siguen de cerca la elección.
El viernes, los tres partidos en liza cerraron la campaña con actos en Taipéi que reunieron a cientos de miles de personas.
Lai, así como la presidenta saliente Tsai de su mismo partido, considera esta isla como un Estado independiente de facto y se presentó como el defensor de su estilo de vida democrático.
Su principal oponente Hou Yu-ih del Kuomintang acusa a Lai y su partido PPD de contrariar a China con sus posturas soberanistas y se muestra partidario de estrechar lazos con Pekín.
Frente a estos dos partidos que se han alternado el poder desde el inicio de la democracia taiwanesa, el pequeño PPT se abrió paso como una “tercera vía”.
El KMT y el PPT trataron de unir fuerzas frente al PPD, pero su alianza naufragó por la falta de acuerdo sobre quién encabezaría la candidatura presidencial.
Además de escoger presidente, los taiwaneses también deben renovar su Parlamento.
Aunque la ley prohíbe publicar encuestas en los diez días previos a las elecciones, los analistas apuntan que Lai, de 64 años, ganará la presidencial, pero que su partido puede perder la mayoría en la cámara de 113 escaños.
Territorio estratégico
La isla es clave para la economía mundial, tanto por su posición estratégica entre el mar de China Meridional y el océano Pacífico como por su puntera industria de semiconductores, componentes indispensables en la fabricación de teléfonos, coches o misiles.
En los últimos años, China aumentó la presión militar sobre el territorio, lanzando periódicamente maniobras a gran escala que suscitaron temores de una eventual invasión.
También intensificó su campaña diplomática para aislar a Taiwán, ahora reconocida oficialmente por solo 13 Estados después de que países como Honduras o Nicaragua rompieran relaciones con Taipéi para establecerlas con Pekín.
El estatus de Taiwán es uno de los asuntos más espinosos de la rivalidad entre China y Estados Unidos, que compiten por la influencia en esta región estratégica.
Washington instó a Pekín a no interferir en las votaciones y a abstenerse de ejercer “más presión militar o acciones coercitivas” tras los resultados.