El estado de Guerrero vive una crisis que hoy llevó a ajustes en el gabinete de la gobernadora Evelyn Salgado y la Fiscalía del estado.
Pero este problema tiene su origen hace tiempo:
Durante años, Guerrero era más bien un botín político. Grandes presupuestos que se quedaban en las altas esferas y algo más que migajas para obras y programas sociales.
Un estado con un sinfín de retos, pero con una próspera actividad turística, ganadera y agrícola.
Aunque también con un añejo legado de luchas sociales: los movimientos de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez germinaron ahí, y hace 10 años con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
En los últimos meses la crisis se ha agudizado en medio de una disputa por el control de las actividades criminales entre el Cártel de “Los Ardillos”, “Los Rojos” y “La Familia Michoacana”.
Disputa que encontró en la destrucción del huracán “Otis” un campo fértil para tratar de ampliar sus redes.
El episodio más reciente tuvo lugar hace una semana, cuando policías estatales agredieron a un grupo de normalistas de Ayotzinapa, un hecho que intentó hacerse pasar como un enfrentamiento, pero hoy, apunta más a una agresión directa que cobró la vida del joven Yanqui Kothan Gómez, a quien en primera instancia se quiso señalar de haber disparado contra los policías, pero que las pruebas periciales echaron por tierra esa intención.
Las investigaciones por el asesinato de Yanqui Gómez dieron un giro esta semana, cuando el policía estatal señalado de haberle provocado la muerte, se dio a la fuga cuando se suponía estaba bajo custodia de las autoridades.
La fuga acentuó las protestas de los alumnos y las diferencias entre el Gobierno estatal y la Fiscalía del estado.