Las mutuas acusaciones de culpa sobre la pandemia de coronavirus han reavivado las tensiones entre Estados y China, lo que amenaza con romper la ya frágil tregua de las dos economías más grandes del mundo.
Pero la pandemia ha dejado a la economía global en una posición mucho más precaria de lo que estaba cuando los dos países comenzaron a disputarse el tema comercial hace dos años. Y ninguno puede asumir el daño que otra guerra comercial, a toda regla, causaría.
El acuerdo de “Fase 1” alcanzado en enero de este año (2020) solo redujo algunos de los aranceles que cada parte le impuso a la otra, mientras que permitió a Beijing evitar impuestos adicionales sobre bienes con un valor de casi 160 mil millones de dólares. China también se comprometió a comprar 200 mil millones adicionales en bienes y servicios estadounidenses este y el próximo año.
Y eso hubiera sido toda una hazaña aún sin la desaceleración inducida por el virus: el valor de ese compromiso es más de lo que China importaba anualmente antes de que comenzara la guerra comercial, y los analistas en enero calificaron el acuerdo de “altamente desafiante” a menos que Beijing hiciera sacrificios en otros lugares.
Pero no todo tiene una visión negativa, esta mañana China informó que extenderá las exenciones arancelarias para las importaciones de seis productos de Estados Unidos, incluido el aceite blanco y la cera de petróleo de grado alimenticio, por un año más, informó este viernes el Ministerio de Finanzas.
La extensión, que será efectiva a partir del sábado 26 de diciembre de 2020, durará hasta el 25 de diciembre de 2021, sostuvo la cartera.
China anunció exenciones arancelarias sobre los seis productos químicos y petroleros de Estados Unidos en diciembre del año pasado (2019), poco después de que los dos países anunciaran un acuerdo comercial de Fase 1.