¿Has vivido pensando, creyendo o afirmando que las mayúsculas no se acentúan? ¿En la escuela te dijeron que era la “regla” no ponerles la tilde cuando, si escribes en minúscula, sí tendrían que llevar? El lingüista Gregorio Salvador Caja asegura que la primera batalla que se tuvo que ganar fue en el siglo XVIII, cuando la Real Academia Española (RAE) dio a conocer su Diccionario de autoridades. Este documento explicaba el verdadero sentido de las palabras, su naturaleza y calidad. Según Salvador Caja, los tipógrafos (personas encargadas de imprimir letras e ilustraciones a partir de moldes) tuvieron que adaptarse –bajo una enorme renuencia–, a las reglas que la RAE había establecido.
Desde el año 1712, el nombre de Francisco del Hierro ya se había hecho popular por ser uno de los más destacados impresores madrileños de la primera mitad del siglo XVIII. No obstante, su sentencia fue clara: en su imprenta no contaba con letras que incluyeran tildes. Eso provocó que se omitiera, desde aquel entonces, el acento gráfico. Para 1780, se publicó un primer documento con mayúsculas acentuadas, pero, según el también académico y exvicedirector de la RAE, Salvador Caja, perduró la “tradición” de no colocar la tilde. Se agregó la idea de que acentuar las mayúsculas eliminaba la estética de las palabras. Aseguraban que se perdía la armonía de lo impreso.
Lo anterior, elimina por completo e históricamente la “regla” de no acentuar las mayúsculas. Incluso la RAE tiene en su página web una aclaración que establece que las letras mayúsculas deben escribirse con tilde si les corresponde llevarla según las reglas de acentuación gráfica del español. Esto, tanto si se trata de palabras escritas en su totalidad con mayúsculas, como si se trata únicamente de la mayúscula inicial. Y agrega de manera tajante: la Real Academia Española nunca ha establecido una norma en sentido contrario. La acentuación gráfica de las letras mayúsculas no es opcional, sino obligatoria, y aplica a cualquier tipo de texto.