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¿Qué tan importante es el excremento de la ballena azul?

Expertos indicaron que al disminuir la cantidad de heces de ballena que servían de fertilizante para el crecimiento de las microalgas, éstas dejarían de multiplicarse.

Con 34 metros de largo y un peso de  190 mil kilos, la ballena azul es el animal más grande del planeta. Su largo duplica el de un vagón del Metro de Ciudad de México, algo así como ocho de los entrañables vochos poblanos puestos uno tras otro. Su peso equivale al de seis aviones C130 Super Hércules.

La admiración que genera solo se puede comparar con el daño que le infringimos durante un corto, pero intenso periodo de caza ballenera.

A pesar de no ser comestible, su grasa se cotizaba grandemente, pues de ella se elaboraban jabones, velas, cosméticos y especialmente lubricantes para maquinaria, así como combustible para lámparas.

Las ballenas iluminaron buena parte de las incipientes ciudades industriales, y lubricaron las rudimentarias máquinas de la naciente modernidad.

Nuestra avidez por ellas las puso al borde de la extinción, de la que sólo sobrevivieron gracias a la luz eléctrica y los aceites petroleros. Aún así, ya en 1964 fueron cazadas 80 mil ballenas de todo tipo.  

Alimentación de las ballenas

A pesar de sus colosales dimensiones su alimentación depende de diminutos crustáceos, en especial del krill, que asemejan a minúsculos camarones.

Con esta dieta, resulta increíble que sobreviva una ballena azul hasta que se conoce que son capaces de ingerir 16 toneladas de kril cada día.

Contrario a la lógica, las poblaciones de kril no se desbordaron tras la caza de ballenas sino que disminuyeron hasta en un 80%.

Al parecer, la solución a este misterio no tiene tanto glamour como quisieran los viejos marineros.

Un análisis del excremento de ballenas azules hecho por Randell BundyPatrick Monreal ,de la Universidad de Washington, sugiere que al disminuir la cantidad de heces de ballena que servían de fertilizante para el crecimiento de microalgas, de las que se alimentaba el krill, estos dejarían de multiplicarse.

Sin embargo, la sorpresa en realidad fue el encontrar  grandes cantidades de hierro y cobre, metales  bastante escasos cuyo aporte es crucial en el ecosistema marino… todo indica que bacterias intestinales de las ballenas añadían estos metales  al excremento, mismo que es aprovechado, por algas y el plackton marino del que dependen casi toda la vida marina.

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