Cultura

“Jenisjoplin”, más allá de una lucha contra el VIH, hay una guerra contra el estigma

El libro de Uxue Alberdi se lanzó en euskera en 2017, pero que este año ha sido presentado en México, durante la FIL de Guadalajara

Eran los albores del inicio de la segunda década del siglo XXI. “Positivo”, decía la prueba de virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) de Nagora Vargas, una chica de 28 años, nacida en un pequeño pueblo del País Vasco, España, y a quien aquel resultado le volcó, además de la vida, los recuerdos.

Aquel sentimiento que trastocó más allá de su alma y su corazón al remover su infancia asociado al nombre de “Karmen”, su tía, con quien tuvo pocos años de contacto, pero de ella sólo le viene a la mente cariño y enormes abrazos de una mujer que había muerto de sida.

“Jenisjoplin despierta el paso de la historia familiar, nacional, el territorio cultural que cada uno de nosotros cargamos y que no nos podemos despegar. Se trata de reflexionar acerca de cómo nos construye todo aquello que hemos heredado, y que, junto con la ideología, la historia y la propia política, nos construye. Nos determina y afecta día a día”, explica Uxue Alberdi, autora de Jenisjoplin, libro que se lanzó en euskera (idioma vasco) en 2017, pero que este año ha sido presentado en México, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

El mote de Jenisjoplin, como le solía llamar muchas veces su padre, viene de la nostalgia ochentera. Del gusto por Janis Joplin y Amy Winehouse. Aquellos años en los que el VIH era un real estigma y hasta enigma. Sumado a una situación sociopolítica fervorosa de la que Uxue Alberdi retoma como punto de partida para formular una especie de espejo que verá su reflejo hasta 2010; año con el que se alterna la historia.

Elgoibar, un pequeño pueblo vasco (norte de España), fue el epicentro de aquella historia de una Nagore Vargas que no conoce los límites. Que está dispuesta a desafiar todo lo que se le ponga al frente. Incluso se aventura a cuestionar la existencia del propio VIH y, por qué no, la efectividad de los antiretrovirales (medicamento especializado para tratar el virus).

 

“Nunca había hablado de mi propio pueblo. Uno a veces no se puede imaginar qué tan cerca podría estar una historia. Y fue así porque en los años 80, Elgoibar, con 13 mil habitantes, fue el lugar en el que en aquel entonces se dio la mayor cifra de muertos por sida de toda Europa. Eso me hizo muy cercano al tema, a la situación. Fue lo que me ayudó a construir a Jenisjoplin”.

“Porque este personaje no es nada más una persona contagiada. Es la demostración que nos orilla a reflexionar sobre los motivos que puede tener una persona o individuo para forjarse un carácter duro y defensivo. Así como la protagonista del libro lleva todas las emociones colectivas que se puedan imaginar del pueblo vasco, muestra la manera en la que el cuerpo, así como un territorio [refiriéndose al País Vasco], están en una constante defensa y construcción”, alude Alberdi.

Durante las 245 páginas que contiene Jenisjoplin, la carga social y familiar es apremiante. La relación que Jenisjoplin tiene con sus padres y abuelos se hace tan indispensable como aguerrida. Se convierte en una constante lucha entre el no querer atenderse de Nagore, contra la súplica-exigencia de sus padres por pedirle que se tome la medicación. Y es que esto se convierte, más que en una renuencia médica, en una manifestación metafórica de un continuum que encapsula revelación política y social, ya que la historia también encierra un contexto bastante importante para el País Vasco: el anuncio del fin de Euskadi Ta Askatasuna, mejor conocido como ETA (País Vasco y Libertad). Por ello, “Jenisjoplin representa esa ‘salida del clóset’.

“Es muy fácil señalar a una persona, desde fuera, por su cultura, opción sexual o raza. Incluso se les demoniza. Aquí, la protagonista del libro demuestra qué es lo que pasa cuando uno quiere mostrarse realmente. Sacar la propia identidad sin molestar a la gente. Se trató de construir un personaje que fuera de la mano con un trayecto histórico referente”, detalla Uxue.

Lo anterior se hace fundamental cuando el libro nos transporta a los años 80. En España, “hablábamos del fin de la dictadura de Francisco Franco. Todo era vida y esperanza. Indiscutiblemente el VIH y los contextos históricos fueron temas que atravesaron nuestra vida.

 

En 1984, cuando yo nací, se había terminado el franquismo, pero quedó una severa crisis económica. Familias y jóvenes deambulaban por las calles, los jóvenes empezaron a drogarse. Eso fue con lo que crecí, y así es como lo vive Jenisjoplin”, aclara Uxue Alberdi, quien tardó 3 años en escribir su obra, pero que a su vez inmortaliza su obligada lectura con la exigencia de una necesidad de empatía, comprensión y tolerancia hacia quienes parecieran ser diferentes a lo que la sociedad impone, muchas veces, como lo bueno o malo.

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