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Así afectan los microplásticos de la comida ultra procesada al cerebro

Los alimentos ultraprocesados contienen microplásticos que se acumulan en el cerebro en cantidades alarmantes, apuntaron las investigaciones.

Los alimentos ultraprocesados contienen microplásticos que se acumulan en el cerebro en cantidades alarmantes, esto podría estar contribuyendo al aumento de depresión, demencia y otros trastornos de salud mental a nivel mundial, según cuatro estudios publicados en la revista Brain Medicine. 

Las invetsigaciones detallaron que los alimentos ultraprocesados contienen concentraciones significativamente más altas de microplásticos (partículas de menos de cinco milímetros que se desprenden del plástico al degradarse) que los alimentos integrales. Estos microplásticos provocan daños al cerebro a través de múltiples vías biológicas interconectadas

Es necesario considerar que las personas que consumen ultraprocesados tenían un 22 por ciento más de riesgo de depresión, 48 por ciento más de padecer ansiedad y 41 por ciento de tener problemas de sueño, según una investigación publicada en The BMJ.

Lo anterior es aún más grave, según los datos del estudio, si se considera que un alimento ultra procesado como los nuggets de pollo contienen 30 veces más microplásticos por gramo que las pechugas de pollo naturales, un dato que refleja el impacto del procesamiento industrial.

FOTO: THE BMJ

“Estamos viendo evidencia convergente que debería preocuparnos. Los alimentos ultraprocesados ahora suponen más del 50 por ciento de la ingesta energética en países como Estados Unidos, y estos alimentos contienen concentraciones significativamente más altas de microplásticos. Hallazgos recientes muestran que estas partículas pueden atravesar la barrera hematoencefálica y acumularse en cantidades alarmantes“, destacó el investigador de la Universidad de Ottawa, Nicholas Fabiano.

En paralelo, hallazgos recientes publicados en Nature Medicine demostraron que el cerebro contiene concentraciones alarmantes de microplásticos equivalentes “a una cuchara”, una cantidad entre tres a cinco veces más alta en aquellos con diagnósticos de demencia.

“Esta hipótesis es particularmente convincente porque vemos una superposición notable en los mecanismos biológicos”, subrayó el investigador de la Universidad Deakin, Wolfgang Marx.

Los alimentos ultraprocesados, dijo Wolfgang Marx, se han vinculado a salud mental adversa a través de inflamación, estrés oxidativo, epigenética, disfunción mitocondrial y alteraciones en los sistemas neurotransmisores.

“Los microplásticos parecen operar por medio de vías notablemente similares”, añadió. 

Las y los investigadores apuntaron que para determinar si el contenido de microplásticos de los alimentos ultraprocesados es responsable de los efectos negativos observados en la salud mental, habría que estudiar esta relación de manera más sistemática cuantificando la exposición a estos contaminantes a través del consumo de alimentos.

FOTO: NATURE MEDICINE

Soluciones futuras

Para evitar esta problemática, las investigaciones señalan que es necesario eliminar estas partículas del organismo por medio de la aféresis terapéutica, una técnica para filtrar la sangre fuera del cuerpo, aunque “se necesita mucha más investigación.

“Si bien necesitamos reducir nuestra exposición a los microplásticos a través de mejores elecciones alimentarias y alternativas de envasado, también necesitamos investigación sobre cómo eliminar estas partículas del cuerpo humano”, señaló el investigador de la Universidad de Dresde (Alemania), Stefan Bornstein, y autor del estudio. 

El último artículo, un editorial de la revista firmado por Ma-Li Wong y titulado “La calamidad de una cuchara de plástico en tu cerebro”, sostiene que es indispensable impulsar un cambio de paradigma en cómo se debe pensar sobre los contaminantes ambientales y la salud cerebral.

FOTO: REVISTA BRAIN MEDICINE

“Lo que emerge de este trabajo no es una advertencia. Es un ajuste de cuentas.  La frontera entre lo interno y lo externo ha fallado. Si los microplásticos cruzan la barrera hematoencefálica, ¿qué más creemos que permanece sagrado?”, cuestionó Wong.

Las y los autores de los cuatro artículos enfatizaron que, aunque se necesita más investigación primaria, sus análisis son argumento suficiente para reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y desarrollar mejores métodos para detectar y potencialmente eliminar microplásticos del cuerpo humano.

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