Cultura

Identifican relación familiar en restos de Paquimé tras 500 años

El dato revelador fue arrojado por las rachas de homocigosidad (ROH), que son grandes extensiones del genoma del ADN.

Arqueólogos y genetistas mexicanos y estadounidenses investigaron el genoma de un infante, posiblemente, sacrificado hace más de 500 años en la antigua ciudad de Paquimé, zona arqueológica localizada en el municipio chihuahuense de Casas Grandes. El estudio mostró el cercano lazo consanguíneo entre los padres del niño.

Como parte del estudio, se hizo el procesamiento de material esquelético, la secuenciación, la bioinformática y la evaluación de la calidad de los datos. Estos métodos confirmaron la obtención de datos auténticos de ADN antiguo (ADNa), del mencionado entierro: 

“Las secuencias de ADN presentan daños apreciables en los extremos terminales, como se espera para el ADNa genuino”, precisaron los autores.

El análisis encontró que el individuo era masculino, y los marcadores uniparentales resultaron consistentes con las poblaciones nativas americanas.

De acuerdo con lo publicado en Antiquity, revista editada por la Universidad de Cambridge, entre los que se encuentra el profesor e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), José Luis Punzo Díaz, ésta colaboración permitió al equipo ser pionero en la extracción de datos genómicos, provenientes de restos humanos recuperados de las ruinas de Paquimé, lo que no se había logrado debido al daño que el intenso calor de la región produce en el ADN antiguo.

A cargo del mismo estuvieron los expertos estadounidenses Jakob Sedig, Steven LeBlanc y David Reich, adscritos a distintas dependencias de la Universidad de Harvard, como el Departamento de Biología Evolutiva Humana, el Museo Peabody de Antropología y Etnología, y el Instituto Broad; Meradeth Snow y Michael Searcy, de los departamentos de Antropología de las universidades de Montana y Brigham Young.

Además de Frank Ramos, del Departamento de Ciencias Geológicas, de la Universidad de Nuevo México, Las Cruces; y Laurie Eccles, del Laboratorio de Paleoecología Humana y Geoquímica Isotópica, de la Universidad Estatal de Pennsylvania.

Tras confirmar la autenticidad de los datos genéticos del Entierro 23-8, estos se cotejaron con los de 609 individuos antiguos del continente americano, y 170 individuos modernos (previamente publicados), incluidos: chane, huichol, karitiana, zapoteca, mixe, mixteca, piapoco, o’odham, quechua, suruí, europea y mbuti. 

Se demostró que la filiación del individuo infantil de la Casa de Pozo de Paquimé, era similar a la de otros individuos que vivieron en el noroeste de México y suroeste de Estados Unidos durante los últimos 2,000 mil años, siendo particularmente cercana a la de los o’odham (pima) modernos. El hallazgo replica estudios previos de poblaciones antiguas y modernas de América Central y del Norte.

El dato revelador fue arrojado por las rachas de homocigosidad (ROH), que son grandes extensiones del genoma donde el ADN que un individuo recibe de su madre, es idéntico al ADN que recibe de su padre, debido a que ambos comparten un ancestro común reciente, caso de la descendencia entre hermanos o primos. 

La utilización de hapROH, una herramienta analítica que cuantifica el ROH presente en un genoma antiguo, arrojó que los padres del niño de Paquimé tenían un parentesco aún más estrecho, puesto que compartían entre el 25 y el 50 por ciento de su ADN. El tipo de parentesco más probable es el de segundo grado, que surge cuando los padres son medio hermanos, tío-sobrina, tía-sobrino o abuelo-nieta.

Back to top button