Un manto artesanal de colores articula identidades de todo el país.
Delante, una tarima aparentemente diminuta cuando recibe a 500 niños, niñas y jóvenes del evento de cultura comunitaria “Tengo un sueño”.
Entre aplausos y ovaciones ocurre un concierto donde lo mismo se escucha Beethoven o al mexicano José Pablo Moncayo.
Todo proviene de diestras manos infantiles y potentes lenguas originarias.
Inicia con la composición de Arturo Márquez que da nombre al evento.
Acompañando la música, se entonan versos, deslizan danzas, proyectan videos y actúan escenas.
En honor a las víctimas de COVID, un apabullante minuto de silencio.
Luego la quebrada voz de María Reyna interpreta en lengua mixe la pieza “Así pasa la vida”.
Oculto en el arte, un mensaje que generó conciencia entre sus asistentes.
Es muy emotivo. Es muy lindo ver a las niñas a los niños cómo comparten su experiencia día a día pero también su experiencia en la pandemia dijo Aidé Payán, espectadora.
“Me parece que el mensaje que están dando es justamente que los niños no deben de perder sus lenguas, su cultura, sus raíces”, comentó Yasbil Mendoza, espectadora.
Me quedé con esa idea de que no se debe de tener vergüenza de lo que somos, de nuestros orígenes mencionó Armando Mendoza, espectador.
El impacto no sólo alcanzó adultos.
Las niñas y los niños porque estaban haciendo algo importante señaló Belegui Herrera, espectadora.
En compañía de personalidades como el tenor Javier Camarena, Yalitza Aparicio y Eugenia León, “Tengo un sueño” vibró en todos los rincones del país, desde un mismo escenario.