La Fundación Cartier de París acoge a partir de este sábado la primera gran retrospectiva en Francia de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, para quien la cámara le ha servido ante todo “como pretexto para conocer la vida y el mundo”.
Iturbide se inició en la fotografía de la mano de Manuel Álvarez Bravo, contemporáneo y amigo de gigantes como el francés Henri Cartier-Bresson.
Álvarez Bravo fue la encarnación en México de un estilo de fotografía documental y humanista, basado en la rigurosa observación de ritos populares, de las clases humildes, de los cambios que sufría el país a lo largo del siglo XX.
Iturbide empezó acompañando a Álvarez Bravo durante los años 70 por todo México, pero pronto tomó su propio camino.
Es autora de obras clásicas de la fotografía contemporánea, como su serie de fotos sobre los indios seri, en el desierto de Sonora, o su libro “Juchitán de las mujeres”, sobre un pueblo del estado de Oaxaca.
También es creadora de obras logradas tras años de deambular por el mundo, como su serie sobre India en colaboración con Sebastiao Salgado.
A punto de cumplir 80 años, desembarca en París poco después de pasar más de un mes en las Islas Canarias y Barcelona, infatigable y conmovida por el espectáculo de la erupción del volcán de La Palma.
“Para mi las fotos son la manera de conocer el mundo. Y pasas del ser humano al paisaje. Y ahora el principio del mundo. Sentir como rugía el volcán. Me sentía como Darwin”, comentó.