Suecia puso fin el miércoles a la mayoría de sus escasas restricciones por la pandemia y suspendió casi todas las pruebas de detección de COVID-19, pese a que la presión sobre los sistemas sanitarios sigue siendo elevada y algunos científicos pidieron más paciencia en la lucha contra la enfermedad.
El Gobierno sueco, que a lo largo de la pandemia ha optado por no imponer restricciones en favor de un enfoque voluntario, anunció la semana pasada que eliminaría las restricciones restantes, declarando de hecho el fin de la pandemia, ya que las vacunas y la variante Ómicron, de menor gravedad, han reducido los casos graves y las muertes.
Yo diría que esta pandemia ha terminado tal y como la conocemos. No ha terminado, pero tal y como la conocemos en términos de cambios rápidos y restricciones, sí”, declaró la ministra de Sanidad, Lena Hallengren.
A partir del miércoles, los bares y restaurantes podrán volver a abrir después de las 11 de la noche y sin límites en el número de comensales.
También se eliminaron los límites de asistencia a los locales cerrados más grandes, así como el uso de pases de movilidad.
Sin embargo, los hospitales suecos siguen sintiendo la presión, con unas 2 mil 200 personas con COVID-19 que requerían atención hospitalaria, más o menos lo mismo que durante la tercera ola en la primavera de 2021.
Como las pruebas gratuitas se redujeron a principios de este mes y se detuvieron de hecho a partir del miércoles, nadie sabe el número exacto de casos.
“Deberíamos tener un poco más de paciencia, esperar al menos un par de semanas más. Somos lo suficientemente ricos como para seguir haciendo pruebas”, dijo Fredrik Elgh, profesor de virología de la Universidad de Umea y uno de los más duros críticos de la política sueca de no confinamientos.
“La enfermedad sigue siendo una gran carga para la sociedad“, agregó.