Diversos espacios han sobresalido por enaltecer el trabajo de las mujeres en diversos sectores. Tal es el caso del Abierto de Mujeres en el Arte (AMART), mediante el cual dos artistas mexicanas impulsan a otras creadoras a desarrollar nuevas ideas.
Pero, ante todo, la idea es ayudarse mutuamente; además, de tener como objetivo contribuir con el desarrollo económico y social de diversas comunidades de mujeres indígenas de México.
La historia de AMART nace cuando las mexicanas Ramona Cosío, fotógrafa, y Nieves Guerra, pintora, fundan un colectivo de mujeres con el fin de retribuir 100% las ganancias a las creadoras de sus propios trabajos.
El primer acercamiento con la comunidad indígena fue hace seis años. El hermano de hermano de Cosío ya tenía 15 años apoyándolos.
“Empezó (a trabajar) con los hombres cafeteros en la zona de Chiapas, donde hay café de alta calidad. Empezó (su lucha) con una cooperativa que se llama Yomol A’tel para que se les pagara un precio justo por el café, porque se les llegaba a pagar ¡5 pesos por kilo! Les llega la roña, se les queman todos los cafetales y Chilón, que es una comunidad a tres horas y media de San Cristóbal, tiene problemas porque ni tenía los medios para hacer crecer la producción de miel”, cuenta Cosío, en entrevista con Once Noticias.
La cooperativa Yomol A’tel se ubica en la selva norte de Chiapas y está conformada por empresas de economía solidaria de familias indígenas tzeltales y de colaboradores que están en constante búsqueda de la justicia social y la defensa de su territorio.
Bordados excelsos
La fotógrafa detalla que, en una fiesta infantil, surge la idea, por parte de una de las mujeres indígenas, de pedir donativos para conseguir un terreno y una máquina de miel para embarcarla.
Cuando se adquiere el terreno, Cosío descubre la calidad y belleza de los bordados de las mujeres de la región; sin embargo, la materia prima era de baja calidad. Y ahí es donde ella se compromete a mover los productos de esas mujeres al interior de México.
“Esta parte de ayudarnos entre mujeres es lo que nos gustó porque en el arte, las mujeres han pasado un poco desapercibidas; esta parte de dignificar el trabajo de la mujer artista”.
“Pensamos primero estar con esta comunidad; después seguir con otras comunidades; nuestro objetivo es que ellas arranquen su negocio; que labren su propio camino; que tengan un lugar donde se puedan juntar para ver todo desde la calidad del producto, hasta el bordado”, agrega Nieves, la otra fundadora de AMART.
Así es como se van sumando a distintas comunidades de mujeres indígenas para exigir lo justo por sus creaciones. Tal es el caso de Xapontic, donde laboran 37 mujeres indígenas tzeltales de la cooperativa Yip Antsetic, originarias de Chalam Ch’en, Aurora, Yaxwinik, Santa Cruz y Tic’antel ha’, de la selva norte de Chiapas.
Ayuda extra
AMART también brinda apoyó a Capeltic, un grupo de cafeterías dedicado a la venta de café orgánico en taza; quienes se encargan de todo el proceso que recorre el café, desde su cafetal a la mesa; también son originarias de Chiapas.
Otras cooperativas apoyadas por AMART son:
- Ts’umbal Xitalma, conformada por 341 familias tzeltales productoras de café y miel
- Jun Pajal O´Tanil, una comunidad de mujeres indígenas bordadoras, que forman parte de Yomol A ́tel, aún en proceso de formación, ubicadas en Chilón, Chiapas
Las fundadoras de AMART indican que, si bien no ha sido un camino sencillo, muchos patrocinadores y donadores han creído en el proyecto y en las comunidades de mujeres indígenas a las que apoyan.
Entre los aliados de AMART se encuentran JUMEX, José Cuervo, Excélsior, Grupo Habita y Mexfam, que es una asociación civil mexicana con 55 años trabajando para mejorar la calidad de vida de las mujeres y sus familias, que viven en comunidades rurales y urbano marginadas.
La ayuda es por medio de servicios de prevención y atención en materia de salud sexual, salud reproductiva y violencia.