La cocina más grande de Europa cumple una importante misión: ofrecer un plato de sopa caliente a los desplazados por la guerra en Ucrania.
La chef encargada de esa proeza es una mexicana: la veracruzana Karla Hoyos.
“Damos de comer a quien necesite, después de situaciones de desastre o como lo es ahora por primera vez en medio de una guerra”, expresó Karla Hoyos, World Central Kitchen.
Tras los terremotos en Haití, y para ayudar a un país con hambruna agravada por un desastre natural, el chef asturiano, José Andrés, fundó World Central Kitchen, ONG que reparte alimentos calientes en zonas de desastre.
Tras la incursión militar de Rusia a Ucrania, José Andrés movilizó a su ejército de cocineros y voluntarios y en un par de semanas instaló dos cocinas, una en Liviv, Ucrania, en pleno territorio bélico, y la otra -más grande- en Pzremysl, Polonia, donde Karla se encarga de cocinar para atender la oleada de refugiados.
“Cualquier donación, producto, llega aquí y de aquí lo repartimos a todos los puntos de la frontera. Estamos en 43 puntos fronterizos de norte a sur, colindando con 5 países. Estamos adentro de Ucrania, Polonia, Hungría, Maldova y Rumanía; aquí ahora estamos empezando, estamos haciendo como para 15 mil, pero esta cocina, lo ideal, tiene capacidad para 150 mil comidas al día”, añadió Karla.
Karla estudió gastronomía en el Puerto de Veracruz, pero el amor por la comida lo aprendió en la cocina de su abuela, en Catemaco.
Jamás vislumbró que cruzaría ríos y mares para alimentar a millones. Primero en Puerto Rico, tras el sismo del 2020; luego en Bahamas, tras el huracán Dorian; en España, durante el momento más álgido de la pandemia, pero nada, dice, nada, como la guerra…
Nunca me había tocado ver una guerra…Cuando lo haces en un desastre natural, llegas al lugar, ya pasó el desastre y lo único qué haces es ir para arriba porque ya pasó. Pero aquí, un día estamos bien, otro día hay otro bombardeo”.
Comentó que ser chef de rescate, como llaman en World Central Kitchen a la labor de quienes cocinan, es más que servir un plato de comida.
“Cuando tú le estás dando a alguien que lleva caminando dos días para cruzar la frontera, ya sea un vaso de chocolate caliente, ya sea una sopa, que sea una sopa que digan ‘mmm’. Es como un mensaje de: aquí estamos, bienvenidos, no estás solo”, expuso.
Esta orgullosa veracruzana reflexiona sobre lo que significa la comida en medio del horror de la guerra:
“Amor, yo creo que es una manifestación de amor”.