Internacional

Centro en Malta recibirá a migrantes ucranianos en su ‘Laboratorio para la paz’

El Papa Francisco visitará pronto Malta y desea brindar unas palabras a las personas migrantes ucranianas

El religioso Dionysius Mintoff está concentrado en alistar el centro de alojamiento de Malta para la llegada de los refugiados ucranianos, el cual se integran por cuatro cabañas, ubicadas a la sombra de los árboles, en el “Laboratorio para la Paz”, dedicado al Papa Juan XXIII, y en medio de un grupo de pequeños edificios localizados.

En casa habitación, contó Mintoff, caben seis niños, por lo que esperan albergar más de 24, quienes convivirán con 55 jóvenes provenientes de toda África que residen en ese sitio y que llegaron a Malta sin papeles.

El Papa Francisco, que visitará Malta el 2 y 3 de abril, desea manifestar su solidaridad con las personas migrantes, mientras que Mintoff desea también que otros países compartan el peso migratorio que recae de manera desproporcionada sobre las naciones del Mediterráneo.

Mintoff, un fraile franciscano, es el fundador del laboratorio, un centro creado en 1971 para la educación a la paz, que se inspira en el mensaje del Papa Juan XXIII. Desde 2002, el centro acogió a cientos de migrantes de África y Asia, que cruzaron el Mediterráneo, a menudo hacinados en barcazas, en busca de una nueva vida en Europa.

La sombra de la guerra

Ubicada frente a la costa italiana de Sicilia, Malta fue también base estratégica para las y los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, intensamente bombardeada y objeto de incursiones aéreas. Por ello, el fraile fundó un laboratorio dedicado a la paz, que diera alivio a un país traumatizado.

Miles de migrantes han llegado por mar a Malta en los últimos años, desde un máximo de 3 mil 400 en 2019 hasta los 832 del año pasado. Malta, con una población de 516 mil habitantes, considera que es el país que recibe el mayor número de migrantes ilegales.

Tratados como hermanos

Mintoff ofrece un techo a aquellos que el sistema no cobija y terminan en las calles. Junto a la pequeña iglesia hay un exuberante jardín, un corral de cabras y un teatro de piedra al aire libre de donde hablará el Papa Francisco.

Detrás de una valla con las puertas abiertas, las y los migrantes viven en un puñado de casitas estrechas que dan sobre el jardín

“Todas tienen un nombre, para que sientan que tienen algo, una pertenencia, una dirección”, explicó Mintoff.

Hay una especie de gimnasio al aire libre, mientras que en la parte trasera montaron una escuela improvisada e incluso una pequeña mezquita, pintada de amarillo y con el piso alfombrado.

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