En las últimas semanas la creciente ola de personas ucranianas en la ciudad fronteriza de Tijuana ha llamado la atención debido a que, desde febrero de este año hasta la actualidad, suman al menos dos mil personas que se encuentran a la espera de solicitar refugio en Estados Unidos, ya que han huido de su país de origen debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Y los numerales aumentan.
Ante ello, autoridades migratorias de Baja California y autoridades municipales, habilitaron un albergue temporal en la Unidad Deportiva Benito Juárez, ubicado a menos de un kilómetro del cruce fronterizo de San Ysidro, en la zona Norte. Este mismo lugar fungió como albergue temporal cuando arribó la caravana centroamericana en 2018 a la ciudad.
La habilitación del albergue se dio luego de que las personas ucranianas se instalarán en una estación de transporte público también cerca del cruce fronterizo.
La llegada de personas ucranianas a la ciudad fronteriza comenzó a crecer luego de que en marzo, Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional estadounidense, anunciara que el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) se habilitaría por 18 meses para las personas ucranianas que huyen del conflicto bélico que hay en su país. Luego también la Casa Blanca anunció, días más tarde, que recibiría a 100 mil personas refugiadas de Ucrania.
Guillermo Alonso Meneses, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), sostiene que la ola migratoria de ucranianos en Tijuana es reciente, pero que ya antes se había registrado un aumento de personas rusas que llegaban a la ciudad fronteriza para solicitar entrada en Estados Unidos.
Hasta el año pasado las autoridades estadounidense señalaron que habían recibido a ocho mil rusos que huían de los impactos negativos -principalmente por los efectos en la economía- de la pandemia y gente opositora al gobierno de Vladimir Putin, señala el investigador del Departamento de Estudios Culturales.
Una cuestión que ha llamado la atención de investigadores e investigadoras enfocados en el estudio del fenómeno migratorio es que los tránsitos de la población ucraniana han retomado las rutas que asentaron los rusos: llegar por el aeropuerto de Cancún o Ciudad de México, entrar como turistas, volar a Tijuana, llegar a la garita y luego solicitar el refugio.
Meneses señaló que las redes sociales juegan un papel importante porque desde ahí se da la organización para llevar a cabo el tránsito.
“Los ucranianos el año pasado no llegaron a mil, los que se presentaron en este año es distinto […]. Unos copiaron la ruta que trazaron antes los rusos, […] copiaron esta ruta rusa porque hay ucranianos que hablan ruso y ucraniano. [Además] Biden dijo que serán recibidos y se les dará el estatus de refugiado, porque hay guerra en su país. Hay un proceso de llamado para que opten para venir a Tijuana, porque tienen familia en Estados Unidos”, relató el investigador.
No obstante señaló que muchas personas de Ucrania han optado por quedarse en Europa, porque países como Alemania, Polonia, Inglaterra y España les han dado permisos de trabajo.
Refugiados de primera, de segunda y de tercera
El investigador advierte que en la ciudad fronteriza existe un perfil habitual de personas refugiadas: son centroamericanas, haitianas o africanas. Sin embargo, ahora en el panorama migratorio se advierten
“personas blancas que visten como occidentales y que no se ven que hayan sufrido en esta vía de pobreza, campesinos, etc. Por eso en Europa se habla de refugiados de primera, de segunda y de tercera. Los ucranianos pasarán más rápido que los rusos [hacia Estados Unidos] y van a pasar más rápido, todavía, que haitianos o centroamericanos”.
Recordó que Tijuana en los últimos años se ha visto impactada por otras olas migrantes. La primera fue en 2016 y 2017, cuando llegaron casi 20 mil haitianos a la ciudad fronteriza, con el objetivo de solicitar asilo en Estados Unidos. Luego le siguieron las caravanas de personas Centroamericanas que llegaron con el mismo objetivo.
No obstante, ahora hay una particularidad y singularidad importante de estas migraciones: la capacidad de recepción y la disponibilidad discursiva es distinta hacia la ola de personas ucranianas. El sistema de refugio funciona con base en medidas racistas y discriminatorias, que detenta otorgarlo según el origen, el color e incluso de clase.
“Hay disponibilidad de Estados Unidos de aceptarlos. […] ¿Está discriminando a los refugiados en cuestión del color, del origen? Todo apunta a que sí. Tanto la de los rusos y ucranianos tienen sus particularidades y coincidencias, pero no tienen nada que ver con haitianos y centroamericanos”, señaló Meneses.
Y es que todavía continúa activo el Título 42, una medida que se activó por la emergencia sanitaria de COVID-19, pero que ha sido denunciada por defensores de derechos humanos de personas migrantes y organizaciones civiles, porque detuvo los procesos de asilo de personas centroamericanas, mexicanas y haitianas que esperan en Tijuana. Además permitió la expulsión de forma expedita de las personas migrantes y les impidió su acceso.
El investigador criticó que Estados Unidos sostiene una empatía diferenciada en sus sistemas de refugio, también así la sociedad estadounidense.
“Dudo que a los ucranianos se les cierre la frontera de Estados Unidos, porque cumplen con el perfil de refugiados de guerra. Entrarán automáticamente. Es un proceso lento, porque las garitas deben atender su flujo normal de turistas, y deben ver cada pasaporte, pero a los ucranianos ya se les dijo que sí van a ser aceptados”.
Por su parte, la población rusa que busca solicitar refugio en el país vecino se vieron afectados por los cambios en las decisiones migratorias estadounidense y se detuvieron esos procesos, “se les dijo que estudiarán sus casos de asilo. Es una paradoja, el año pasado ponían pie en Estados Unidos”, enfatizó Meneses.
En Tijuana, por su parte, organizaciones de la sociedad civiles, analizan en abrir un albergue para la población rusa, si es que crece el flujo migratorio. El investigador reflexionó que hay que seguir monitoreando el fenómeno, pero que “la nueva migración ucraniana es una anomalía histórica, como fueron las caravanas, y tendrá sus particularidades [en Tijuana]“, concluyó.