Con el dolor a cuestas y los constante bombardeos, la vida sigue para las personas ucranianas que apuestan por la recuperación de su país. Así comienzan a recorrer las calles y hacer compras.
En 50 días, el asedio militar ruso destruyó ciudades enteras, pero 44 millones de ucranianos continúan unidos y esperanzados de que su gobierno gane la batalla.
En Mariúpol, las y los niños son capaces de hallar sorpresas, buscan entre los escombros cosas nuevas y útiles, mientras que las personas adultas cocinan en la calle porque no hay nada y necesitan detener la sed y hambre del día.
Hay quienes caminan varias horas entre casas destruidas y tanques rusos abandonados para encontrar algo que “llevarse a la boca”, como Makishaiva, persona de la tercera de edad, quien sobrevivió al avance del enemigo en Borodyanka, cerca de Kiev. Cada mañana busca y se detiene a alimentar a sus animales.
“He pasado por dos guerras y ahora esto. Rezo para que esto pase y no vuelva a ocurrir”, agregó la mujer. Como ella, miles de personas ucranianas esperan el fin de la invasión en sus hogares, a pesar de que una bomba pueda arrebatarles la vida cada 15 minutos.
Los jardines, patios y parque fueron convertidos en panteones por la falta de espacio. En Lugansk, otra ciudad asediada, Svitlana recibió sus 55 años en el refugio que la mantiene vida, rodeada de familia, canciones, poesía y vino casero.
“Quiero la paz para todos, no solo para nosotros”, añadió. La población ucraniana no se rinda y con mucho trabajo, dicen, reconstruirán sus ciudades y vida.