La batalla por la educación
En estos días ha tenido lugar un amplio debate nacional acerca de los planes de estudio y de los libros de texto para la educación básica.
En realidad, lo que está a discusión es el modelo educativo nacional, el tipo de educación que el Estado mexicano imparte para la formación de niñas, niños y adolescentes.
La discusión de fondo es el tipo de sociedad que se quiere construir a través de la educación. La disyuntiva es si queremos formar a individuos aislados, competitivos, desvinculados de la sociedad y que sólo vean por sus intereses personales, que ha sido el paradigma educativo neoliberal que ha privado en la educación mexicana durante las últimas décadas o si, por el contrario, queremos formar a niñas, niños y adolescentes comprometidos con su comunidad, con el respeto a los derechos humanos, con la justicia social, con el cuidado al medio ambiente y con una ética de solidaridad para alcanzar una vida digna.
El nuevo modelo pone en el centro el fortalecimiento del tejido social, de la comunidad, de la solidaridad, del humanismo a partir de un método pedagógico que desarrolla los conocimientos y saberes a partir de problemas y del trabajo colectivo en el aula, entre los alumnos y alumnas, junto con las y los maestros y junto también con las madres y los padres de familia.
En todos los cambios de régimen hay siempre una batalla por la educación. Con la Independencia la educación dejó de ser un bien privado, controlado por la Iglesia católica, que formaba a las élites económicas, religiosas y políticas masculinas, y se convirtió en un bien público, orientado a desarrollar los conocimientos y las habilidades de sectores cada vez más amplios de la sociedad incluidas las mujeres y los indígenas.
Con la Reforma, que estableció la separación entre las iglesias y el Estado, éste asumió cada vez más el control del proceso educativo, mediante la creación de escuelas públicas en las principales ciudades de la República, la Escuela Nacional Preparatoria y diversos institutos científicos y literarios.
La Revolución Mexicana fue un parteaguas para la educación. La Constitución Política de 1917 definió el carácter y el contenido de la educación: sería laica, obligatoria y gratuita, sin injerencia de las iglesias.
El proceso educativo estaría controlado y dirigido por el Estado. Sobre esos principios y con la creación de la Secretaría de Educación Pública encabezada por José Vasconcelos, se construyó un gran sistema educativo que hizo universal el derecho a la educación de niñas, niños, adolescentes y personas adultas y que transformó para bien a nuestro país.
Hoy tenemos un sistema educativo que garantiza que todas y todos tengamos derecho a la educación pública, desde el nivel preescolar hasta el universitario de manera gratuita. Este sistema ha tenido grandes hitos: la creación de la SEP, las misiones culturales, las normales, la educación socialista, el muralismo, el Instituto Politécnico Nacional, los libros de texto gratuitos. Es un sistema educativo del cual estamos orgullosos.