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Barra de Opinión de Once Noticias | Felipe Ávila

FOTO: ARCHIVO

El pasado 12 de julio, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador se reunió en Washington con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. En esa visita, el mandatario mexicano le propuso estrechar los lazos de amistad y cooperación entre ambos países para superar los desafíos provocados por la pandemia de COVID-19 y las consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania en la economía mundial. Le propuso trabajar como buenos amigos y verdaderos aliados y puso el ejemplo de la política de buena vecindad impulsada por el presidente Franklin D. Roosevelt en la década de 1930 cuando el mundo estaba en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial y ambos países enfrentaban difíciles condiciones sociales y económicas.

El presidente mexicano hizo especial énfasis en buscar una solución al problema migratorio “y permitir la llegada a Estados Unidos de obreros, técnicos y profesionales de las distintas disciplinas, mexicanos y centroamericanos con visas temporales de trabajo para asegurar que no se paralice la economía por falta de mano de obra”, así como regularizar la situación de millones de migrantes que trabajan horadamente y contribuyen al desarrollo de esa nación. Propuso establecer algo similar al programa bracero, que ha sido el que más ha ayudado a resolver el problema de la migración mexicana a los Estados Unidos.

La migración de México a Estados Unidos ha sido la más prolongada y numerosa en la historia de las migraciones mundiales. Comenzó en la segunda mitad del siglo XIX y desde entonces no se ha detenido. México es el primer país de migrantes, con una población de 38 millones de habitantes de origen mexicano en ese país.

Esa migración se explica por el contexto histórico y geográfico, con una frontera de más de tres mil kilómetros, así como las asimetrías y desigualdades entre ambos países, donde se conjugan una demanda creciente de mano de obra por parte de Estados Unidos, y una oferta de trabajadores mexicanos que no tienen empleo en nuestro país o que buscan mejores salarios y oportunidades de desarrollo.

Al entrar Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial, necesitó mano de obra mexicana que contribuyera a producir los alimentos que requería dada la incorporación masiva de hombres en su ejército. Por ello, mediante el Programa Bracero, legalizó la entrada masiva de mano de obra legal para trabajar temporalmente en los campos agrícolas y en los ferrocarriles. Durante los 22 años que duró el programa, fueron contratados casi 4.7 millones de trabajadores mexicanos.

La migración mexicana a los Estados Unidos continúa, a pesar de las medidas restrictivas y la vigilancia establecida por los distintos gobiernos estadounidenses. Esa migración es un problema social y representa un alto riesgo para quienes tratan de cruzar la frontera. Miles de migrantes son detenidos y deportados y muchos de ellos arriesgan o pierden su vida. Los que ya viven allá, enfrentan una difícil situación, a pesar de que su trabajo es necesario para la agricultura, la industria y los servicios de la economía estadounidense, por lo que es urgente encontrar una solución.

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