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Barra de Opinión de Once Noticias | Felipe Ávila

l pasado 20 de julio se conmemoró el 99 aniversario del asesinato de Francisco Villa, uno de los personajes más importantes de la Revolución Mexicana.

El pasado 20 de julio se conmemoró el 99 aniversario del asesinato de Francisco Villa, uno de los personajes más importantes de la Revolución Mexicana.

Villa, cuyo verdadero nombre era Doroteo Arango, nació el 5 de junio de 1878. Quedó huérfano de padre muy joven, por lo que trabajó como peón en la hacienda de Agustín López Negrete. Según Villa, contó más tarde, tuvo que huir a los 16 años cuando hirió a dicho hacendado, quien pretendía abusar de su hermana.

En los siguientes años, Doroteo Arango tomó el nombre de Francisco Villa, se convirtió en bandolero, fue albañil, gallero, carnicero y abigeo. Perseguido por la justicia, aprendió a sobrevivir en el campo. Esa vida al margen de la ley lo convirtió en un diestro jinete y un tirador legendario. Conoció como la palma de su mano las sierras de Chihuahua y Durango. Estaba resentido contra una sociedad que lo había marginado.

Su vida cambió cuando conoció a Francisco I. Madero. Encontró en él a un hombre bueno, sincero. Madero le dio sentido a su rebeldía y a su resentimiento social. Se hizo ferviente partidario suyo y se incorporó a la revolución maderista. Sus habilidades guerreras, su valentía y don de mando hicieron de Villa uno de los más importantes líderes revolucionarios. Al triunfo de Madero, Villa regresó a trabajar como carnicero. Volvió a las armas para defender al gobierno maderista contra la rebelión de Pascual Orozco. Estuvo a punto de ser fusilado por Victoriano Huerta, pero Madero lo salvó. Cuando el presidente mártir fue asesinado, Villa se unió a la lucha para derrocar al usurpador Victoriano Huerta.

En septiembre de 1913, los jefes revolucionarios norteños lo eligieron jefe de la División del Norte, el más poderoso Ejército popular de la Revolución. Al frente de ella, dirigió las más importantes batallas contra el Ejército huertista. En octubre de 1914, se alió con el Ejército Libertador zapatista y, al estallar la guerra civil entre los revolucionarios, encabezó la toma de Ciudad de México por los ejércitos villistas y zapatistas en diciembre de 1914.

En 1915, Villa y Zapata lucharon contra Carranza y Obregón para que triunfara un proyecto de nación en beneficio de los más pobres. Sin embargo, Villa perdió ante el Ejército de Obregón las batallas decisivas de la revolución. Esas derrotas significaron la derrota del villismo, del zapatismo y de la revolución popular. A pesar de ello, Villa continuó combatiendo al gobierno de Carranza de 1916 a 1920, sin que pudieran derrotarlo. Cuando Carranza fue asesinado, Villa se rindió al gobierno de Adolfo de la Huerta. Le dieron la hacienda de Canutillo, donde se dedicó a cultivar la tierra los siguientes tres años hasta que fue asesinado mediante un crimen de Estado, temiendo que Villa pudiera apoyar la rebelión que su amigo De la Huerta y otros generales descontentos, estaban fraguando para impedir que Calles sucediera en el poder a Obregón. La figura, los ideales y la leyenda de Villa lo convirtieron en uno de los personajes más recordados y reivindicados por los movimientos sociales.

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