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Comedores comunitarios para la comunidad LGBTTI+, enfrentando estigmas

Entre rebanar, moler, cocer, picar, aparece la posibilidad de alimentar al otro, otra, otres.

 

“Claro pasen, bueno aquí esta nuestra compañera Escarlet, este comedor es un lugar donde mujeres trans, trabajamos, laboramos, apoyamos todos los días’’, afirmó Andrea Luna, del comedor comunitario Condesa-Iztapalapa de la Ciudad de México.

Es básicamente la iniciativa de la población, especialmente trans, de la alcaldía de Iztapalapa y lo que se encargan no nada más es de entregar comida, a partir del programa de comedores de Sibiso, sino que hacen un trabajo comunitario de atención, de sensibilización’’, afirmó Ulises Pineda, coordinador de Diversidad en la Sibiso de la CDMX.

Son Andrea, Escarlet, Grecia y Katia, quienes en el corazón de la colonia Vicente Guerrero, en Iztapalapa, Ciudad de México, alimentando, educando y reeducando, se han vuelto parte de la comunidad.

 

Las señoras que no sabían como dirigirse a nosotros y te siguen diciendo el joven, lo dicen sin un afán de ofender, sino es parte de su construcción de lo que les enseñaron, dijo Andrea Luna, del comedor comunitario Condesa-Iztapalapa de la Ciudad de México

Yo creo que es oportunidad de educar y reeducar a las poblaciones en general.

El comedor comunitario surgió para atender a la población de la diversidad sexual que acudía a la clínica Condesa-Iztapalapa, pero en sus tres años de existencia, se transformó, para ser un lugar de muchas y muchos.

 

“Aquí también sirve para que las compañeras de la red comunitaria trans, nacional, vengan por sus insumos, el colectivo consigue condones, pruebas, lubricantes y los mandamos a los estados o a las alcaldías’’, aseguró Andrea Luna.

Y aunque en este comedor comunitario, como en todos los que hay la ciudad, la comida se cobra en 11 pesos, de las 130 comidas diarias que preparan, solo obtienen ingresos por 30 platillos, debido a que adultos mayores, personas en situación de calle, muchas veces carecen de recursos.

Pero, para ellas el servicio deriva en otra cosa.

La cocina pues hay que hacerla con amor, como si te estuvieras cocinando para ti mismo’’, dijo la activista Katia de David

Yo le echo mucho caché, diría Celia Cruz, mucha azúcar.

Este colectivo de mujeres, inició un proyecto que con esfuerzo, dedicación y enfrentando estigmas; y ha logrado consolidarse, pero tiene una petición para las autoridades.

Por su parte, lo que nosotros pedimos que se nos apoye, es con un espacio, con un espacio que esté cerca de la clínica Condesa Iztapalapa para poder hacer realidad un sueño que tiene el colectivo trans y que es un sueño de muchas mujeres trans que vivimos y radicamos en Ciudad de México, es poder formar un centro comunitario trans.

 

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