Valle de México

Capitalinos desconfían de nuevos edificios ante sismos

El pánico por un sismo volvió a hacer presencia en un mes de septiembre. Fue saldo blanco para las vidas de las personas en Ciudad de México, pero algunas viviendas tuvieron daños. Una de ellos es el edificio Marroquí, ubicado en el cruce de la calle Independencia y la calle Josemaría Marroquí, en el Centro Histórico.

La infraestructura es de once pisos, las puertas de ingreso son de cristal y la fachada color naranja es donde las grietas evidencian los daños.  

En medio del Barrio Chino, el gran edificio parecía un monstruo que se desmoronaba poco a poco bajo los destellos de luces azules y verdes que iluminaban el cielo. La gente en la calle, algunos ya listos para dormir y otros tantos llegando a casa. 

Cómo una mala profecía, el temblor de magnitud 7.1 coincidió con la misma fecha que en 2017, cuando inició la catástrofe de un septiembre inolvidable.

La noche de ayer Albina Téllez veía cómo el edificio ‘Marroquí’ se movía de lado a lado. Escuchaba cómo tronaba la estructura de concreto y observaba cómo caían los pedazos de pared momentos después de que la alarma sísmica guardara silencio.

La sensación de pensar que todo puede caer y en el siguiente movimiento perderlo todo, se combinan con la ausencia de equilibrio en los pies y las náuseas que provoca el movimiento de la tierra. En esta ciudad se ha vivido tantas veces ese momento, que las lágrimas comienzan a brotar, los niños a gritar y algunos mayores con el rostro blanco y taquicardias.

Albina no vive en el Marroquí, por suerte, pero sí frente a él, en un edificio de siete pisos.

Mi hijo escuchó la alarma y me dijo que iba a temblar, pero estamos hasta la azotea y por eso no quise salir, porque no tiene caso intentar bajar. Yo tengo 20 años viviendo aquí y sé que no alcanzo a bajar. Pero aun así me salí de mi cuarto y se sentía horrible como nos jaloneaba los pies. Se escuchaba bien feo, parecía que ese edificio le pegaba al que tiene junto, yo creo que no lo hicieron bien porque siempre terminan pegándose esas dos construcciones”, comentó la señora Albina.

Explicó que salir al pequeño callejón la pondría bajo los monstruos de piedra que se golpean durante los sismos y alguna piedra o vidrio podría lastimarla.

Por la mañana de este miércoles, acudieron funcionarios de Protección Civil para hacer dictámenes de los daños, mientras que los vecinos ya estaban organizados y crearon un Comité de Reconstrucción para verificar los gastos, por lo pronto quedó acordonado y vacío de personas. Por la ventana aún se podían ver algunos habitantes que barrían y levantaban sus cosas del piso.

La señora Albina recordó que el edificio donde ella vive no ha sufrido daños en los fuertes sismos y lo atribuyó a la época en la que se construyó, que según ella fue en 1950.

“Este edificio tiene muchos años y no ha tenido problemas, pero esas nuevas construcciones parece que las hacen instantáneas, parece que no les interesan las personas solo construir y vender”, expresó.

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