Valle de México

Fieles de San Judas Tadeo regresan a templo de San Hipólito tras un año sin festejo

Caravanas de feligreses arribaron al recinto, donde este año abrieron sus puertas a un número máximo de 100 personas por misa

Desde la media noche de este 28 de octubre los cuetes tronaban en el cielo anunciando el paso de los peregrinos que llegaban de Ecatepec, Naucalpan, Iztapalapa y varios estados como Guerrero y Puebla. 

Todos se congregaron frente a la iglesia dedicada a San Hipólito, pero en este lugar el mayor festejo es para San judas Tadeo, el Santo de los casos difíciles y desesperados.  

Ya en la madrugada los comerciantes también comenzaron a instalarse. Veladoras, escapularios y hasta cubrebocas con la imagen del santo se ofrecían a cambio de 10 o 15 pesos.  

Las calles de los alrededores se cerraron al tránsito vehicular ante el arribo de las caravanas de feligreses. 

Se mantuvieron a la espera de la primera misa del día, en donde expresaron sus mandas y sus oraciones. 

El año pasado, el recinto religioso quedó cerrado por las medidas sanitarias de COVID-19. Este año abrieron sus puertas a un número máximo de 100 personas por misa. Una larga fila de personas serpenteaba sobre Reforma y la avenida México-Tacuba.  

Muchos como el niño Josué y su hermano Jair iban vestidos con las ropas que usa el santo, esto como símbolo de agradecimiento a un año de bendiciones. 

Algunos otros le entregaron flores o encendieron veladoras. 

La señora Hilda llevaba una carta y una veladora, una muestra, dice, de agradecimiento por ayudar a superar el COVID-19, que la mantuvo en cama casi todo el mes de abril.

Las mandas de las personas se dan en un ambiente de algarabía. Algunos traen atole, café, refrescos, aguas frescas, tortas o lo que sea para compartir con los devotos. 

Ya siendo el medio día. Llegó la familia García, quienes sacaron diez canastas llenas de tacos suaves que repartieron de manera gratuita a los que estaban formados o esperando frente a la iglesia.  

El recinto colonial 

La iglesia de San Hipólito tiene un sentido icónico en la capital, pues fue un lugar estratégico para el Ejército mexica, porque era la entrada a las pirámides del imperio y también fue la primera construcción colonial que se hizo tras la caída de México Tenochtitlán. 

En 1521 se construyó una pequeña ermita que fue dedicada a los soldados españoles, que murieron en ese mismo lugar durante la llamada noche victoriosa (Noche Triste), con los años se le fueron anexado y construyendo edificios hasta formar lo que hoy conocemos. 

El tributo a San Judas 

Al fondo de la calle un grupo de danzantes retumba con sus percusiones y sus pasos de baile, son más de 30 personas que bailan de manera coordinada como un tributo a la fecha que da inicio a la llegada de los muertos. 

Las misas suenan cada hora y los que están sobre la calle también pueden escucharla por los altavoces que están instalados en los campanarios. 

El silencio de la calle se interrumpe solo por las oraciones del cura que oficia el sermón y al terminar de predicar uno que otro fiel pide una porra o le canta las mañanitas a las imágenes de uno de los santos más populares en las calles mexicanas. 

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