Em una pieza se acuna sobre un pesebre, creado a semejanza humana, la figura monumental que representa un niño yace recostado en paja seca.
Tiene los brazos extendidos como si pidieran un abrazo.
Las manos, los pies, el cabello y los ojos de resina de cristal, fueron creados a gran escala.
El niño pesa media tonelada debido a que su esqueleto es de acero completamente con alambrón y metal. Lo que lo hace menos pesado es porque está relleno de espuma de poliuretano. Cuando se le pone la pasta y resina ya le da un poco más de cuerpo y peso’’, aseguró el artesano y escultor, Carlos Rubio.
Artesanos de Iztapalapa pusieron en este proyecto de cinco metros de largo, seis meses de trabajo, ingenio y creatividad con un solo propósito.
Buscamos esta conexión con la gente, como toda obra artística busca ser el reflejo del ser humano y que mejor que con una de las tradiciones más antiguas que tienen las familias mexicanas aquí en México’’, señaló Carlos Rubio.
“Niño de la paz y el bien”
El “Niño de la paz y el bien”, su nombre de pila, vio la luz en 2013.
Este chiquillo de ocho añitos, como la mayoría de los niños, estuvo resguardado dos años debido a la pandemia.
Ahora, ocupa el centro de la macroplaza de Iztapalapa.
Es un orgullo tenerla aquí y además venir con la familia’’, dijo Ángel Reyes, habitante de Iztapalapa.
La figura del Niño Jesús es parte importante de las festividades navideñas para las familias católicas, dato que no escapa para quienes acuden a esta plancha central a conocer de cerca la gran efigie.
Está impresionante está muy padre, padrísimo y nos hace recordar nuestras tradiciones que hay en México’’, comentó Luis Cruz, visitante.
El realismo detallado de esta pieza, una de las primeras elaboradas en América Latina, fue admirado por Ángel de 10 años.
Para Valeria de siete años, la figura monumental vestida sólo con un corto ropaje, no pasó inadvertida.
20 diseñadores mexicanos confeccionarán el ropón que vestirá este al “Niño de la paz y el bien”.
Esta figura monumental lucirá nuevo vestido a partir de la primera semana de febrero, como dicta la tradición.