Los científicos de la Universidad Virginia Commonwealth, Richard Costanzo y Daniel Coelho, encabezan el proyecto para desarrollar una nariz biónica que recupera las conexiones nerviosas y devuelve el sentido del olfato a la persona que lo perdió, por ejemplo, tras ser contagiada con COVID-19.
Los científicos desarrollaron un prototipo de dispositivo que ya se está preparando para iniciar ensayos clínicos en humanos. Una nariz inteligente en la etapa inicial que debe permitir a una persona distinguir los olores esenciales para la vida. En el futuro, los científicos ampliarán las capacidades del dispositivo al aumentar el espectro de olores reconocibles.
Al diseñar esta nariz, la mayor dificultad ha sido enseñar al dispositivo a imitar cada olor, ya que el ser humano posee unos 400 receptores olfativos que pueden reconocer miles de olores.
La apariencia del dispositivo es bastante inusual, ya que la nariz artificial se ha diseñado en forma de gafas. Un sensor en el puente de la nariz entre los ojos es responsable de detectar olores y enviar la señal apropiada a través de la aurícula a un receptor ubicado debajo de la piel. Luego, cada impulso eléctrico es reconocido por el organismo y se convierte en un olor percibido.
Restaurar la capacidad olfativa de las personas es el objetivo final, afirmó Costanzo, y agregó que su misión principal “es brindar esperanza a las personas” desesperadas con anosmia que siguen los avances de su trabajo. Sin embargo, los ciudadanos sin sentido del olfato tendrán que esperar entre 5 y 10 años para poder comprar esta nariz artificial.
La Anosmia
La anosmia, o ausencia del sentido del olfato, no sólo es uno de los síntomas más frecuentes entre quienes contraen la COVID-19, sino una de sus secuelas más predominantes. Esta alteración afecta significativamente la calidad de vida de las personas, ya que les dificulta percibir los sabores, identificar condiciones ambientales peligrosas y realizar otras funciones que dependen del sentido olfativo.
Si bien el impacto de la anosmia posviral en la vida de las personas está bien documentado, hasta la fecha no se habían esclarecido los mecanismos fisiopatológicos atribuibles a esta alteración. En una investigación publicada en la revista de neurología, un grupo de expertos de Johns Hopkins Medicine desvela que la pérdida del olfato se produce principalmente por la respuesta inflamatoria del sistema inmune ante la infección por el SARS-CoV-2 y no por lesión directa del virus.