Científicos proponen aprovechar frío de la Luna para conservar biodiversidad
Los investigadores prevén aprovechar las temperaturas naturalmente frías de la Luna para el almacenamiento de muestras biológicas de la Tierra.
Ante la amenaza de extinción, un equipo internacional de investigadores propuso una solución innovadora para proteger la biodiversidad de la Tierra: un biorepositorio lunar que permita aprovechar el frío lunar para conservar muestras de especies, según un artículo de la revista BioScience.
Un biorepositorio lunar tiene como objetivo crear una instalación de almacenamiento pasivo y duradero para muestras criopreservadas de las especies animales más amenazadas de la Tierra.
El trabajo es liderado por la doctora Mary Hagedorn, del Instituto Nacional de Zoológico y Biología de la Conservación del Instituto Smithsoniano.
El equipo prevé aprovechar las temperaturas naturalmente frías de la Luna, en particular en las regiones permanentemente sombreadas cerca de los polos, donde las temperaturas se mantienen constantemente por debajo de los -196 grados.
Estas condiciones son ideales para el almacenamiento a largo plazo de muestras biológicas sin necesidad de intervención humana o suministro de energía, dos factores que podrían amenazar la resiliencia de los depósitos terrestres.
¿Qué muestras se conservarían en la Luna?
Un objetivo inicial en el desarrollo de un biorepositorio lunar sería la criopreservación de muestras de piel animal con células de fibroblastos, por lo que el equipo de investigadores ya ha comenzado a desarrollar protocolos utilizando el gobio estrellado (es una especie de pez gobio que pertenece a la familia Callionymidae) como especie ejemplar, a la que seguirán otras especies.
De igual manera, plantearon “aprovechar el muestreo a escala continental que se está realizando actualmente en la Red Nacional de Observatorios Ecológicos 190 (NEON) de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos”, como fuente para el desarrollo futuro de células de fibroblastos.
Entre los desafíos que se deben abordar se encuentran el desarrollo de un embalaje resistente para el transporte espacial, la mitigación de los efectos de la radiación, así como la necesidad de una amplia colaboración entre las naciones, los organismos y las partes interesadas internacionales para hacer realidad este programa que durará décadas.
Los próximos pasos incluyen la ampliación de las asociaciones, en particular con los organismos de investigación espacial, y la realización de más pruebas en la Tierra y a bordo de la Estación Espacial Internacional.
“Debido a una miríada de factores antropogénicos, una gran proporción de especies y ecosistemas se enfrentan a amenazas de desestabilización y extinción que se están acelerando más rápido que nuestra capacidad para salvar estas especies en su entorno natural”, concluyeron los autores.