Los míticos Pantanos de Mesopotamia, lugar del Jardín del Edén bíblico, se han visto azotados por una sequía de tres años que han rebajado considerablemente el caudal de los ríos y afluentes procedentes de los vecinos Turquía e Irán.
Hashem Gased debe atravesar 10 kilómetros de tierra calcinada por el sol en el sur de Irak, donde una sequía para alimentar y refrescar a sus búfalos.
Grandes zonas de lo que una vez fueron los pantanos de Huwaizah, en la frontera con Irán, ahora están secos y su vegetación amarillenta. El mismo panorama se observa en los pantanos de Chibayish, un popular destino turístico en el sur de Irak.
“Los pantanos son nuestro medio de vida, aquí pescábamos y nuestro ganado pastaba y bebía”, cuenta Gased, de 35 años, vecino de una aldea cercana a Huwaizah.
Los pantanales del sur de Irak fueron declarados Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2016, tanto por su biodiversidad como por su historia.
Pero ahora, lechos de afluentes secos serpentean por los otrora verdes humedales y el Lago Um al Naaj en la zona se redujo a algunos charcos fangosos en el suelo seco.
Al igual que su padre, Gased cría búfalos, pero sólo le quedan cinco de los 30 que tenía la familia. Los otros murieron o fueron vendidos porque la familia está luchando por salir adelante.
Varios parientes suyos miran con cariño a los cinco que quedan, temerosos de que una bestia débil y mal alimentada caiga en el barro y muera.
“Llevamos más de dos años reclamando y nadie nos escucha.No sabemos dónde ir”, lamenta Gased.
La sequía los deja sin pesca
Situados entre los ríos Tigris y Éufrates, los Pantanos de Mesopotamia sufrieron bajo la dictadura de Sadam Husein, quien ordenó drenarlos en 1991 como castigo porque las comunidades locales habían protegido a insurgentes.
En el pasado, los humedales atravesaron duras sequías, pero luego revivieron con una buena temporada lluviosa.
Sin embargo, entre agosto de 2020 y este mes, 46% de los pantanales del sur de Irak, incluyendo Huwaizah y Chibayish, sufrieron pérdidas de agua en toda su superficie, según PAX, una organización holandesa de paz.
Asimismo, dijo que otro 41% del área de los humedales sufrió por el nivel reducido de agua.
La oficina de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Irak dijo que los humedales son una de las regiones más pobres de Irak y una de las más afectadas por el cambio climático y alertó de “niveles históricamente bajos de agua”.
En ese sentido, citó el “impacto desastroso” para más de 6 mil familias que “están perdiendo sus búfalos, su único medio de vida”.
La biodiversidad también está en riesgo. Los pantanales son el hogar de “numerosas poblaciones de especies amenazadas” y una importante escala para unas 200 especies de aves acuáticas migratorias, según la Unesco.
El activista medioambiental Ahmed Saleh Neema señaló que en los pantanales “ya no hay pescado”, jabalíes silvestres o incluso una subespecie de nutria.
El edén se ha convertido en desierto
Las autoridades iraquíes también están racionando el agua para cubrir diferentes necesidades, dijo el activista.
“El Gobierno quiere preservar la mayor cantidad de agua posible”, lo que según él ha conducido a una división injusta del agua y una mala administración.
Tras varias manifestaciones, las autoridades abrieron parcialmente las válvulas, pero las cerraron de nuevo.
El lado iraní del pantano de Huwaizah, llamado Hoor al-Azim, también sufre.
“El humedal enfrenta un estrés hídrico y actualmente la mitad de la parte iraní se secó”, informó recientemente la agencia noticiosa estatal iraní IRNA.