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En EUA prueban con éxito brazo robótico controlado por la mente

Imaginen poder controlar un brazo robótico a distancia, usando apenas la mente. Ahora imaginen poder sentir cuando sus dedos toman un objeto, como si fuera la propia mano.

 

Investigadores estadounidenses publicaron un estudio en la revista Science sobre la primera interfaz cerebro-computadora del mundo que permitió a un voluntario con parálisis desde el pecho hacia abajo lograr esta misma hazaña.

 

El equipo dice que su trabajo demuestra que agregar sentido del tacto mejora drásticamente la funcionalidad de las prótesis para cuadripléjicos, en comparación con tener que depender solo de señales visuales.

 

Soy el primer ser humano en el mundo en tener implantes en la corteza sensorial que pueden usar para estimular mi cerebro directamente”, expresó a la Nathan Copeland, de 34 años.

 

Y luego siento como si una sensación viniera de mi mano real”, agregó.

 

En 2004, Copeland sufrió un accidente automovilístico que lo dejó con una lesión grave en la médula espinal y sin poder usar sus manos y piernas.

 

Se ofreció como voluntario para participar en una investigación científica y hace seis años se sometió a una operación importante para que le implantaran pequeños electrodos en el cerebro.

 

Dos juegos de 88 electrodos del ancho de una hebra de cabello están dispuestos en “matrices” que se asemejan a pequeños cepillos para el cabello y penetran profundamente en la corteza motora del cerebro, la cual se encarga de dirigir el movimiento.

 

Menos de 30 personas en el mundo tienen este tipo de implantes, explicó el coautor principal del estudio, Rob Gaunt, profesor asistente en el Departamento de Medicina Física y Rehabilitación de la Universidad de Pittsburgh.

 

Lo que es único en Copeland es un conjunto adicional de electrodos que están conectados a su corteza somatosensorial, que recibe y procesa sensaciones.

 

Cuando agarramos objetos, usamos este sentido del tacto de manera muy natural para mejorar nuestra capacidad de control”, explicó Gaunt.

 

El equipo desarrolló una interfaz que es bidireccional, lo que significa que no solo puede “leer” instrucciones del cerebro y enviarlas a la extremidad artificial, sino que también puede “escribir” sensaciones desde el dispositivo y transmitirlas.

 

La idea de enviar una retroalimentación táctil a la corteza somatosensorial se remonta a décadas, pero hacerlo de forma controlada y comprensible para los circuitos del cerebro fue todo un desafío.

 

Después de operar a Copeland para instalarle los electrodos, el equipo contuvo la respiración.

 

Nadie sabía qué esperar porque esto únicamente se había practicado en monos y no se le puede preguntar a un mono cómo siente algo”, precisó Copeland.

 

Luego, llegó el momento de la gran verdad, cuando intentaron enviar la primera señal táctil.

 

La sensación “fue realmente leve”, recordó. Entonces, les pidió que lo intentaran de nuevo, para asegurarse de que era real.

 

Oh, sí, así es como se siente, y fue sencillamente genial”, dijo.

 

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