Ciencia

Icebergs antárticos son claves para nuevas edades de hielo

El derretimiento de icebergs antárticos lejos del continente helado podría ser la clave para la activación de mecanismos que hacen que la Tierra sufra períodos prolongados de enfriamiento global.

Se sabe desde hace mucho tiempo que los cambios en la órbita de la Tierra a medida que se mueve alrededor del Sol desencadenan el comienzo o el final de los períodos glaciales al afectar la cantidad de radiación solar que llega a la superficie del planeta.

Sin embargo, hasta ahora, la cuestión de cómo pequeñas variaciones en la energía solar que llega a la Tierra pueden conducir a cambios tan dramáticos en el clima del planeta ha sido un misterio.

En un nuevo estudio publicado en Nature, un grupo multinacional de investigadores propone que cuando la órbita de la Tierra alrededor del Sol es la correcta, los icebergs antárticos comienzan a derretirse cada vez más lejos del continente, moviendo enormes volúmenes de agua dulce del Océano Antártico al Atlántico.

Este proceso hace que el Océano Antártico se vuelva cada vez más salado, mientras que el Océano Atlántico se vuelve más fresco, lo que afecta los patrones generales de circulación del océano, extrae CO2 de la atmósfera y reduce el llamado efecto invernadero.

Estas son las etapas iniciales que marcan el inicio de una edad de hielo en el planeta.

Dentro de este estudio, los científicos utilizaron varias técnicas para reconstruir las condiciones oceánicas en el pasado, incluso mediante la identificación de pequeños fragmentos de roca que se habían desprendido de los icebergs antárticos al fundirse en el océano.

Estos depósitos se obtuvieron de núcleos de sedimentos marinos recuperados por el Programa Internacional de Descubrimiento de los Océanos (IODP) durante la Expedición 361 frente a los márgenes del mar de Sudáfrica.

Estos núcleos de sedimentos permitieron a los científicos reconstruir la historia de los icebergs que alcanzaron estas latitudes en el último millón y medio de años, siendo este uno de los registros más continuos conocidos.

Según el estudio, estos depósitos rocosos parecen estar asociados constantemente con variaciones en la circulación oceánica profunda, que fue reconstruida a partir de variaciones químicas en diminutos fósiles de aguas profundas conocidos como foraminíferos.

El equipo también utilizó nuevas simulaciones climáticas para probar las hipótesis propuestas y encontró que enormes volúmenes de agua dulce son transportados hacia el norte por los icebergs.

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