Una mandíbula y un fémur de proboscídeo, identificados por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un predio particular del pueblo de San Lorenzo Toxico, municipio de Ixtlahuaca, representan los primeros vestigios de megafauna registrados en esta localidad de Estado de México.
Luego que, a inicios de abril pasado, la familia Morales iniciara la construcción de una cisterna y al excavar manualmente ubicara los restos paleontológicos, a 2.20 metros de profundidad, presentaron el reporte del acontecimiento ante el Instituto. Tras la inspección arqueológica, especialistas corroboraron el descubrimiento.
De acuerdo con la arqueóloga del Centro INAH Estado de México, Ana Laura Navarro Martínez, encargada de dicha inspección, se ha planteado la necesidad de realizar un proyecto de rescate arqueológico en los próximos días, a fin de recuperar el fémur y la mandíbula, así como determinar si existen más elementos en los perfiles inferiores del suelo.
Por el momento, detalla, la ubicación de los huesos –cuyas longitudes oscilan entre los 67 y los 129 cm, respectivamente– no permite identificar si corresponden a un mismo individuo, o determinar rasgos como edad y sexo.
“Por ahora, los huesos solo nos indican que pertenecen a la familia Proboscidea (mamífero de grandes dimensiones, dotado de trompa), y será hasta que especialistas en megafauna hagan el análisis cuando se definirá si pertenecen a un ejemplar de la especie del mamut colombino, ya registrada en el Valle de Toluca.
“La antigüedad que tentativamente se asigna a los vestigios descubiertos es de 10 mil años antes del presente, tomando como referencia la temporalidad de mamuts descubiertos anteriormente en San Mateo Atenco y en Metepec, localidades del mismo valle ubicadas a 45 minutos, aproximadamente, de San Lorenzo Toxico”, indicó la arqueóloga.
El fémur y la mandíbula reportan un buen estado de conservación al no estar fragmentados o disgregados; no obstante, la cabeza del fémur tiene un impacto no intencionado, causado con pico al momento de excavar el espacio para la cisterna.
Una vez iniciado el proyecto de rescate, por parte del Centro INAH Estado de México, el primer paso será la estabilización del par de huesos, y una vez que se haya adaptado la temperatura del contexto se podrá dar paso a su recuperación y su traslado.
Aunque los investigadores ya han realizado un modelo fotogramétrico del contexto, “la metodología arqueológica nos permitirá recoger la mayor cantidad de información del sitio, buscando conocer mejor a la megafauna que pobló el Valle de Toluca”, concluyó la arqueóloga.
Cabe anotar que, acorde con los procedimientos institucionales, los restos óseos que se recuperen serán resguardados e investigados en la sede del Centro INAH Estado de México, y será a partir de acercamientos con el municipio, que se determinará si se tiene el interés de que los restos permanezcan o sean exhibidos en Ixtlahuaca.