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‘Hormona del amor’ podría ayudar en tratamientos para pacientes infartados

FOTO: ARCHIVO

Aitor Aguirre, del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad Estatal de Michigan, y sus colegas acaban de publicar en Frontiers in Cell and Developmental Biology, una nueva investigación que muestra que en los peces cebra y en células humanas, la hormona oxitocina, también conocida como la “hormona del amor” -porque se produce más en el cerebro cuando nos enamoramos-, estimula las células madre derivadas de la capa externa del corazón (capa que se llama epicardio), para migrar a su capa media, llamada miocardio, y allí se convierten en células cardiacas.

De manera natural, tras un ataque al corazón, las células cardiacas mueren en gran medida, pero al contrario de otras células, no son reemplazadas por nuevas.

Por ello, este descubrimiento podría algún día ser utilizado para promover la regeneración del tejido cardiaco después de un infarto.

El estudio

La enfermedad cardiovascular (ECV) es la principal causa de mortalidad en los países desarrollados y, muy a menudo, conduce a eventos cardíacos graves, como un infarto de miocardio que puede provocar la muerte de más de 25% de los miocitos cardíacos, las principales células contráctiles del corazón adulto.

Si no se trata, esta afección puede provocar insuficiencia cardíaca.

Ante esto, el pez cebra fue el modelo elegido para estudiar si sería posible regenerar corazones de manera más eficiente y cómo llevarlo a cabo, ya que es famoso por su extraordinaria capacidad para regenerar órganos, incluidos el cerebro, la retina, los órganos internos, los huesos y la piel.

“No sufren ataques cardíacos, pero sus muchos depredadores atacan a cualquiera de sus órganos, incluido el corazón, por lo que el pez cebra es capaz de regenerarlo incluso perdiendo hasta su cuarta parte”, señalaron los expertos.

Asimsimo, los investigadores explican que este fenómeno se debe, en gran parte, a la proliferación de cardiomiocitos.

¿Podemos encontrar una ‘bala mágica’ en el pez cebra que pueda impulsar artificialmente la regeneración de células cardiacas? La respuesta es sí y esa ‘bala mágica’ parece ser la oxitocina”, indicaron.

En la investigación, el equipo demuestra que la oxitocina en el pez cebra tiene un efecto similar en el tejido humano ‘in vitro’ y es la única.

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