Para contribuir al monitoreo de las variantes del SARS-CoV-2 en el mundo, nuestro país cuenta con una base de datos de 650 secuencias genómicas del nuevo coronavirus, al menos 50 de estas secuencias han sido realizadas por científicos del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (LANGEBIO) CINVESTAV, el Instituto Nacional de Medicina Genómica y el Instituto de Biotecnología de la UNAM.
Estos genomas completos nos van a permitir ver esos cambios a nivel de secuencia y ver si hay variantes mexicanas al menos a la fecha de la toma que fue en septiembre del año pasado, la última fecha de nuestras muestras y en general, poder proveer una referencia para México”, expuso Angélica Cibrián-Jaramillo, investigadora de LANGEBIO CINVESTAV.
Los cambios de los virus se presentan cuando estos microorganismos se multiplican dentro de las células que infectan. En ocasiones pueden ser por errores genéticos, pero si estos “errores” son de utilidad para que el virus sobreviva, entonces el microorganismo con estas variaciones se hará predominante y su comportamiento es distinto.
Se puede traducir en varias cosas, lo de mayor dispersión, más contagioso, la mayor virulencia, en un momento dado cuando haya tratamientos antivirales, resistencia a estos tratamientos antivirales y el más delicado de todos es el escape inmunológico, es decir, que con estos poquitos cambios se puedan reconstituir las proteínas que son reconocidas por el sistema inmunológico que estamos tratando de prender con las vacunas”, dijo Francisco Barona-Gómez, investigador de LANGEBIO CINVESTAV.
Las variantes de las que más se habla ahora son la “B.1.1.7” identificada en Reino Unido; la “B1.351” secuenciada en Sudáfrica y las brasileñas P1 Y P2.
Estas nuevas variantes sí son contagiosas, muy contagiosas, entonces lo más probable es que, para estar seguros, tengamos que regresar los mexicanos y todo el mundo, a esas medidas de protección extremas, casi exageradas en lo que entendemos mejor cómo se está comportando este virus”, añadió Angélica Cibrián-Jaramillo.
Al adquirir una mayor capacidad de contagio, incrementan también sus posibilidades de seguir mutando y aunque no han demostrado ser más mortales que los primeros coronavirus identificados en Wuhan, China, la posibilidad de agresividad es latente.