Rusia inaugura gigantesco telescopio en el lago Baikal de Siberia
Científicos rusos pusieron en marcha este sábado uno de los mayores telescopios submarinos del mundo, que estudiará los misterios del universo desde las claras aguas del lago Baikal, en Siberia.
El telescopio submarino, que empezó a construirse en 2015, fue diseñado para observar neutrinos, las partículas más pequeñas conocidas.
El telescopio, llamado “Baikal-GVD”, fue instalado a entre 750 y 1.300 metros de profundidad, a unos cuatro kilómetros de la orilla del lago Baikal.
Los neutrinos son muy difíciles de detectar y el agua es un medio muy efectivo para hacerlo.
El observatorio flotante consta de varios cables con módulos esféricos enganchados.
El sábado, los científicos observaron cómo los módulos, de vidrio y acero inoxidable, eran depositados cuidadosamente en las glaciales aguas del lago, a través de un agujero excavado en el hielo.
Un telescopio de neutrinos que mide medio kilómetro cúbico está situado bajo de nuestros pies”, declaró a la AFP Dmitry Naumov, del Instituto Conjunto de Investigación Nuclear, de pie, sobre la superficie helada del lago Baikal.
Naumov afirmó que dentro de unos años, el telescopio será ampliado y medirá 1 kilómetro cúbico.
Según el científico, el telescopio rivalizará con el Ice Cube, un observatorio de neutrinos enterrado bajo el hielo de la Antártida en una base de investigación que Estados Unidos tiene en el Polo Sur.
Los científicos rusos afirman que el “Baikal-GVD” es el detector de neutrinos más grande del hemisferio Norte y que el lago Baikal, el mayor lago de agua dulce del mundo, es el lugar ideal para albergarlo.
Por supuesto, el lago Baikal es el único en el que se puede desplegar un telescopio de neutrinos debido a su profundidad”, explicó a la AFP Bair Shoibonov, del Instituto Conjunto de Investigación Nuclear.
El agua fresca también es importante, así como su claridad. Y el hecho de que el lago esté cubierto de hielo durante dos o dos meses y medio también es muy importante”, añadió.
El telescopio es fruto de una colaboración científica de Rusia, República Checa, Eslovaquia, Alemania y Polonia.